---- Capitulo 17 Asistencia de emergencia en los centros de tratamiento Punto de vista de Olivia La mirada de Diego se oscurecié al ver cmo apartaba su mano sin dudarlo. -No me toques -le solté con frialdad-. Si quieres que salve a Oscar, sal de mi vista. Ya no me importaban sus sentimientos. Sin mirar atras, crucé la puerta de la sala de tratamiento, dejando a Diego y su expresién herida fuera de mi mente. Ahora no estaba alli como madre, sino como sanadora. Ya no era mi hijo, era mi paciente. El Dr. Molina levanto la cabeza al verme entrar, con un alivio reflejado en sus ojos. -Su estado es critico -informé enseguida-. Los tratamientos habituales no estan funcionando. Asenti con la cabeza, con un leve movimiento y me acerqué a Oscar. Verlo asi, tan pequefio, conectado a tubos y rodeado de maquinas que emitian pitidos urgentes, me rompia el alma. -Déjenme espacio -ordené con firmeza-. Necesito trabajar. Como Jefa de Sanadores, poseia habilidades que rara vez necesitaba usar en toda su intensidad. Pero por Oscar, estaba dispuesta a vaciarme por completo. Coloqué las manos sobre su pecho y cerré los ojos -Alba, necesito tu fuerza -susurré, llamando a mi loba interior. Un resplandor dorado comenzé a surgir de mis palmas, filtrandose ---- en los tejidos dafiados de Oscar. Senti cémo sus vias respiratorias empezaban a reaccionar, y la inflamacién disminuyendo lentamente. Pero aun no era suficiente. -Més -le pedi a Alba, exigiéndole toda la energia posible. La luz dorada se intensificd, envolviendo todo su cuerpo. Guie la energia hacia sus pulmones, desinflamandolos para que pudiera respirar, y después hacia su corazén, ayudandolo a recuperar un ritmo estable. El sudor empez6 a rodar por mi frente mientras dejaba todo de mi en esa sanaci6n. El resto del mundo se desdibuj6, solo quedabamos Oscar y yo, unidos por hilos de magia. -Sus signos vitales estan mejorando -escuché decir a alguien en un murmullo lejano Mis piernas temblaban por el esfuerzo, pero no me detuve. Oscar me necesitaba. No como madre, sino como sanadora. Y no iba a fallarle, -Su presién arterial se est normalizando -anuncié una enfermera -. La saturacién de oxigeno sube Continué hasta que estuve segura de que el peligro habia pasado. Solo entonces retiré las manos, sintiendo como casi me desplomaba. Sara se apresur6 a traerme una silla y me dejé caer, agotada. -Ha sido impresionante -murmuro el Dr. Molina-. Nunca habia visto un poder curativo asi. -Debe permanecer bajo vigilancia constante -le respondi, ignorando el cumplido-. El alérgeno todavia circula por su organismo. ---- Las siguientes dos horas las pasé sin moverme de su lado, ajustando su tratamiento, revisando sus constantes vitales, indicandole al equipo cada cambio necesario. Todos trabajaban de forma rdpida y precisa, siguiendo mis instrucciones al pie de la letra. Cada tanto revisaba los monitores, adaptaba la perfusion, y controlaba su respiracién. -Estd respondiendo bien -comenté el Dr. Molina después de la primera hora. Asenti con la cabeza, aunque segui alerta. Conociendo el historial de Oscar, sabia que una aparente mejoria podia desmoronarse en cuestién de segundos. Finalmente, después de dos horas, sus constantes se estabilizaron dentro de los rangos aceptables. El peligro inmediato habia pasado, aunque necesitaria ser vigilado de cerca las proximas 24 horas. Sara me acercé una taza de infusion de hierbas. -Deberia descansar, Dra. Valdés. Ha usado demasiada energia. Recib/ la taza con un leve gesto de agradecimiento, pero no me la bebi. Mi atencién segufa fija en los monitores. Finalmente, vi sus parpados moverse. Oscar se estaba despertando. -¢Ma... Mama? -susurré con la voz quebrada. Un nudo me apreté el pecho. Por un momento, me vi arrastrada a varios recuerdos, como cuando era un recién nacido, suave, calido y vulnerable, cuando, apenas unos dias de vida, casi lo perdi en su primer ataque de alergia. Recordé el terror de entonces, y mi desesperacién al no poder salvarlo... Como ahora, me habia vaciado para rescatarlo, y Alba habia
