---- Capitulo 20 La venganza definitiva Punto de vista de Olivia Miré a Diego mientras me declaraba su amor, con la desesperacién reflejada en sus ojos. Oscar seguia aferrado a mis piernas , temblando con cada sollozo, mientras Raquel, sentada en el suelo con la cara enrojecida por la bofetada, apenas era la sombra de la mujer arrogante de antes. Solo los pitidos de los monitores y la respiracién entrecortada de Oscar rompian el silencio. Respiré hondo y permiti que una leve sonrisa asomara en mis labios. -Te creo -le dije suavemente. La cara de Diego se iluminé de inmediato, con la esperanza brotando en su mirada como un campo floreciendo tras la Iluvia. Se relajé visiblemente y dejé escapar un suspiro de alivio. Gracias -murmuré con la voz quebrada por la emocién-. Te prometo que... -Te creo cuando dices que me amas -lo interrumpi, manteniendo la sonrisa-. También me creo que Oscar quiere volver a tenerme como madre ahora. Me agaché y acaricié con ternura el cabello de Oscar. El alz6 la vista, con su carita llena de lagrimas iluminandose con una chispa de esperanza. -{Mamé? -susurré. -Pero nada de esto cambia lo que tiene que pasar -ajiadi, sin dejar de sonreir. ---- La expresion de Diego se congelé -{Cémo que no cambia nada? -Presenté una denuncia ante el Consejo de la Manada -anuncié con calma-. Los tres estan implicados en la difamacién contra mi, la Jefa de Sanadores. Vi cémo toda la esperanza se desmoronaba en su rostro. -Pero... jacabamos de...! -EI Consejo de la Manada se toma muy en serio este tipo de faltas -continué sin alterar mi tono de voz-. Mas atin si afectan a los lideres de la manada. Raquel, al darse cuenta de lo que estaba pasanda, se puso de pie de un salto, el pdnico reemplazando su anterior altivez. -iNo puedes hacer esto! ~Ya lo hice -le respondi tranquilamente-. El Consejo los expulsard de la manada Como si mis palabras fueran una sefial, la puerta se abrid. Cuatro imponentes lobos con uniformes grises de la guardia de la manada entraron con paso firme. Sus rostros eran la definicion de la seriedad. -Diego Valdés, Raquel Adame y Oscar Valdés -anuncié el lider-, quedan detenidos en espera de su audiencia de destierro. El rostro de Diego perdié todo el color. -{Destierro? -balbuces. Dos de los guardias se acercaron a Diego y a Raquel, mientras una ---- mujer de la guardia se aproxim6 a Oscar con cautela. -Ven conmigo, pequefiin -le dijo con voz suave. Oscar se aferré con fuerza a mis piernas -jNo, mama! jPor favor! jLo siento! jNo dejes que me lleven! Sus lagrimas caian sin control, su vocecita cortaba el aire. Me incliné y, con una firmeza serena, quité sus manos de mis piernas. -Cada decisin tiene sus consecuencias, Oscar -le dije. -iPor favor! -me suplicé Diego, cayendo de rodillas, intentando agarrar mis manos. {Olivia, por favor! jEs solo un nifio! Los guardias lo apartaron sin contemplaciones -jOlivia! -me gritaba mientras lo sujetaban-. jHaré lo que quieras, por favor! Raquel, esposada, era arrastrada hacia la puerta mientras lanzaba gritos histéricos. -jEs tu culpa! -le espet6 a Diego. ;Me prometiste que todo saldria bien! La guardia femenina trataba de alejar a Oscar con cuidado, pero él luchaba con una fuerza sorprendente para su estado de salud débil. -jMamé! -sollozaba-. jTe quiero! jPerdéname! Permaneci inmévil, observandolos friamente mientras se los. llevaban, sus gritos y sollozos resonando en el pasillo. Sara, palida, me miraba horrorizada.
