---- Capítulo 3 No pude evitar seguir el paso de mis tres hermanos, sintiendo una tristeza cada vez más profunda en mi interior. Con evidente disgusto, mis tres hermanos llegaron a la puerta del sótano. -Flora, gcrees que puedes quedarte callada dentro y así escapar de confrontarnos? Sin embargo, no salió de mi ninguna respuesta. Mi segundo hermano, Vicente, tenía una expresión aún más oscura: -Flora, uqué estás tratando de fingir? iSal de inmediato y arrodíllate para disculparte con Leticia! -No pienses que puedes evadir lo que le hiciste solo porque te escondes y apagas el celular, zeh? Mi tercer hermano, Alonso, que también miraba con furia, dijo con mucho engjo: -iFlora, ya eres muy capaz! No puedes soportar que seamos buenos con Leticia, ;verdad? jFinges estar en silencio para fastidiarnos! -De verdad crees que quedándote en el sótano vas a lograr que nos rindamos? En el sótano, todavía no salió ninguna respuesta. Mi hermano mayor, Alonso, miró a los criados temblorosos a su lado y habló indiferente: -Por qué tiemblan? iDigan la verdad! zEsta mocosa los ha ---- sobornado? ;La han dejado salir a escondidas? Mi segundo hermano, Vicente, encolerizado asintió: -Con su carácter tan malo, seguro que no soportó el ambiente del sótano y les pidió a estos criados que la dejaran salir. La decepción en los ojos de Alonso era evidente: -Fuiste tú quien casi mata a Leticia, resulta que no te atreves a asumir la culpa. ;Realmente eres la hermana que conozco? * -gEn verdad piensas que eres la única? En ese momento, uno de los criados, temblando, respondió: -Sefiorito, sin su orden, no nos atreveríamos a dejarla salir. -La sefiorita ha estado en el sótano durante tres días enteros. Alonso miró hacia el sótano, que seguía en silencio, y una sombra de inquietud cruzó su mirada. Se acercó y tiró de la puerta del sótano con fuerza varias veces, pero no pudo abrirla. -Flora, gcuánto más piensas quedarte ahí? Ya he abierto la cerradura, zsigues aferrándote a la puerta del sótano y no quieres salir? Miré la puerta del sótano retorcida, y sonreí amargamente. En ese momento, para salvarme de la asfixia, seguí golpeando la puerta, pensando solo en sobrevivir. Pero la puerta del sótano era increiblemente maciza y no pude abrir ni tan siquiera una pequeõa rendija, y tristemente tan solo me asfixié dentro. ---- Mis hermanos, si ven mi cadáver, ; podrían darme aunque sea un poco de amor y enterrarme junto a mamá y papá? Mi hermano mayor, Alonso, se volvió cada vez más impaciente y comenzó a patear la puerta. La puerta del sótano se agrietó, y un hedor nauseabundo comenzó a filtrarse. Los criados a su lado temblaban incontrolablemente y dijeron: -Parece que... jes olor a muerto! Mis otros dos hermanos también Ilegaron enfurecidos. -iQué olor a muerto? jobviamente ya salió y solo está tratando de engafiarnos con un ratón muerto! -iFlora, zen serio crees que somos tan fáciles de engafiar? Mis tres hermanos, cada vez más impacientes, comenzaron a patear la puerta juntos, haciendo que todo el sótano temblara de nuevo. Con un fuerte golpe, la puerta fue forzada y, junto con un olor aún más nauseabundo, el pequeão y oscuro sótano quedó expuesto ante todos.