---- Al ver su sonrisa burlona, entendi todo al instante. Ese mensaje, probablemente, lo habia enviado ella, tendiéndome una trampa. -¢Acaso no te lo dije? -continué Jazmin, con la voz llena de desdén, mientras rodeaba a Len con los brazos~. No importa cuanto te guste el Alfa, no puedes traer a un bastardo y andar diciendo que es su hijo. 20 si, Leén? Ledn evité mirarme, mientras asentia con la cabeza. Con mi hijo llorando en mis brazos, ya no pude contener mas la rabia, -Mi hijo no es ningun bastardo. jEs mi hijo, lo pari yo! Y su padre... es un gran lobo, no este Alfa de su pequefio clan. Acto seguido, me di la vuelta, dispuesta marcharme de una vez, pero, antes de que pudiera hacerlo, Jazmin se acercé a mi y me abofetes con fuerza, -Todavia te atreves a hablar! jEres una forastera, una bastarda! jTe dimos refugio a ti y a tu hijo, y no solo no agradeces, sino que ahora vienes a difamar a nuestro Alfa y a despreciar a nuestro clan! j Golpéenla! Los hombres lobo se abalanzaron sobre mi, tirandome al suelo, y, casi sin que me diera cuenta, los golpes comenzaron a lover sobre mi como si no hubiera un mafiana. Miré a Leon, con los ojos llenos de lagrimas, mientras veia como Jazmin lo sujetaba, con esa expresién llena de falsa compasién, y pensé que ya no le debia nada. Hacia cinco afios, él me habia salvado la vida, me habia amado con todo su ser. Pero ahora, con cada golpe que caia sobre mi, sentia que nada de todo aquello habia sido real. ---- Mi hijo, llorando desconsolado, se acercé a Le6n, tom6 su pantalén con las manos y, de rodillas, le suplicé: -Tio... no, Alfa Leén. Me equivoqué, por favor, ino sigas golpeando a mama! Tanto Leén como yo nos quedamos paralizados, mirando a mi hijo, incapaces de creer lo que acababa de decir. -jBasta! -exclam6 Leén, deteniendo a los hombres lobo que me golpeaban, antes de girarse hacia mi hijo, a quien, con voz temblorosa, le pregunté-: ~Cémo me llamaste? -Alfa Leon... Sino me quieren a mi ni a mama aqui, nos iremos. Mi hijo, con los ojos enrojecidos de tanto llorar, parecia haberse hecho mayor de la nada. Con un gesto valiente, me ayudé a levantarme, y, sin decir nada més, ambos nos encaminamos fuera de la villa, mientras todos nos seguian con la mirada. Le6n me envid un mensaje en silencio, pidiéndome que no me enojara, que llevara a mi hijo a casa y que él volveria por la noche. Sin embargo, mi hijo ignoré el mensaje y, conteniendo las lagrimas, me miré con una expresi6n decidida: -Mama, tu dijiste que mis abuelos nos extrafian, {verdad? Entonces, vamos con ellos. Lo miré, con el corazén destrozado por lo rapido que habia madurado, mientras luchaba por contener la tristeza que me ahogaba, y asenti sin més. Sin pensarlo dos veces, prendi fuego a todo lo que nos habia pertenecido, todo lo que alguna vez nos uni, tras lo cual, mi hijo y yo por fin nos marchamos.