---- Capitulo 4 Antes de irme, le envié mi ultimo mensaje: «Alfa Leén, mi hijo y yo nos hemos ido. Te deseo mucha felicidad en tu nueva vida. Que nunca més nos volvamos a ver.» Después de enviarlo, cerré mi cuenta y, con la mano temblorosa, hundi el celular en el lago. Mientras tanto, Leén seguia en medio de la ceremonia. De repente, un dolor punzante atravesé su pecho. Rapidamente, miré el mensaje en su celular, y un terror helado lo invadio por completo. Su mente se nublé con un mal presagio, por lo que, sin perder tiempo, marc mi ntimero una y otra vez. Sin embargo, solo recibié como respuesta el tono de ocupado. -{Qué pasa, Len? jLos invitados estan mirando! Jazmin, al ver su reaccién, se dio cuenta de que algo no estaba bien y lo insté a terminar la ceremonia Pero él, frenético, tird al suelo el anillo familiar, y, dejando a Jazmin atras, salié corriendo hacia la puerta de la villa, en donde un par de guardias lo detuvieron. -iDéjenme pasar! jSoy el Alfa Leén! {Tengo que regresar a casa! j Abranme la puerta! -les exigié Leon Sin embargo, los guardias solo intercambiaron miradas incémodas. -Alfa Leén, este es su hogar. Su madre nos ordené que no lo dejemos salir hasta que termine la ceremonia -jMuévanse de ahi! -jLe6n! -Jazmin, desesperada, corrid hacia él, suplicando, con un ---- tono que rozaba la histeria-. 2Qué estas haciendo? jgNo vamos a terminar la ceremonia?! -jNo! -grité Leon, furioso, mientras se limpiaba la cara, como si finalmente hubiera tomado una decision. En un arrebato de ira, sus misculos se tensaron, y su traje, incapaz de contener a transformacién, se rasgé mientras su cuerpo se convertia en una bestia salvaje. Un lobo feroz, de pelaje gris, salté hacia adelante, derribando a los, guardias con una rapidez y fuerza aterradoras, rompiendo la puerta de madera con una facilidad brutal. El viento cortante le azotaba la cara mientras corria, y su mente volé hasta el dia en que huimos juntos. Era un invierno nevado, y yo, con la nariz y las mejillas ardiendo de frio, alin intentaba darle algo de calor, cubriéndole las orejas congeladas con mis manos. El, mirandome con ternura, me pregunt6 si queria irme con él, dejarlo todo atras, y yo, con los ojos llenos de lagrimas, asenti una y otra vez, dejandome envolver por su abrazo ardiente. Un afio después, nacié nuestro hijo. Y hoy... hoy era el aniversario de nuestra huida, el dia en que nos enamoramos y decidimos comenzar una nueva vida juntos. Len sintié un nudo en el pecho, luchando por calmarse. -No puede ser... Maria me ama tanto, zcémo podria irse? A dénde ira? gSe convertiré en una vagabunda con nuestro hijo? -se decia a si mismo, una y otra vez, mientras aceleraba el paso-. No, seguro que solo esta molesta y, si la convenzo, todo se arreglard. Cuando finalmente llegé frente a la casa, vio que la luz seguia encendida y que humo salia por la chimenea. ---- Un alivio lo invadi6, y respiré profundamente. Se transformé nuevamente en su version humana y, con una expresién turbia, comenzé a arreglarse el cabello desordenado por la carrera, intentando recomponerse. «Maria se pasé de la raya esta vez. Aunque esté enojada, no tiene derecho a irse con el nifio para amenazarme. Antes de calmarla, necesito ponerla en su lugar, hacerle entender lo que significa no tratar de chantajearme con eso. No quiero que use esa tactica conmigo otra vez», se dijo a si mismo, mientras abria la puerta de un golpe, con el rostro sombrio, esperando que, como siempre, yo cortiera a abrazarlo. Pero en el instante en que la puerta se abri6, vio a una familia extrafia dentro de la casa, cuyos miembros se voltearon a mirarlo, sorprendidos -jAlfa Leén! ,Qué hace aqui? Len, mirando a la familia desconocida, sintié un profundo dolor en el pecho. iQuiénes son ustedes? ,Dénde esta la mujer y el nifio que vivian aqui? Los lobos dentro de la casa se miraron confundidos, sin entender la urgencia en su voz. -Se fueron... Luna Jazmin dijo que eran solo extranjeras. Que todo lo que pertenecia a la manada no era para ellos. Asi que, después de que se fueron, nos mudamos. Al oir esto, el corazon de Leén se hundio y un escalofrio helado recorrié su cuerpo, y sus piernas, débiles y temblorosas, no pudieron soportar el golpe. Cayé al suelo, destrozado, como si la tierra misma se hubiera abierto bajo sus pies.