---- Capítulo 7 -éDe qué secuestro hablas? jEstás diciendo puras estupideces! -chilló Gloria con la voz quebrada, intentando esconder el pánico que ya se le escapaba por los ojos. Apretando los dientes, tecleó furiosa en el celular y le transfirió dos mil dólares al tipo. Con el dinero, le mandó un mensaje cortante: "Si vuelves a buscarme, olvídate de que existo. No vas a ver un centavo más." El hombre frunció los labios, claramente insatisfecho con la cantidad, pero igual se levantó dando tumbos. Le lanzó a Gloria un beso al aire, grasiento, burlón. -Está bien, está bien... Hoy me voy suave, mi nifia linda. Pero no te olvides de mí, feh? En cuanto el hombre salió, Gloria se dejó caer en el suelo, soltando un suspiro largo. Creía que se había salvado. Pero justo cuando buscaba alguna excusa para soltarle a César y Ana, levantó la mirada... y ahí estaba César, bloqueándole la salida. Su voz salió tensa, rasposa. ---- -Ese secuestro del que habló... éfue el de hace cinco afios? ;Tú qué tienes que ver con eso? Y de pronto, como si alguien le abrieralos ojos de un golpe, a César le vinieron a la mente las veces que Elena, con lágrimas en los ojos, pedía que le creyeran. Una sospecha lo sacudió por dentro: éY si todo este tiempo había estado equivocado? - Uy, de eso sí que sé -dijo el tipo desde el pasillo, regresando con una sonrisa torcida mientras se frotaba los dedos en sefial de "págame" -.La preguntaes: é cuánto vale la verdad? -iPapá, por favor! jáQué estás haciendo?! -gritó Gloria, bajando las escaleras como una loca, desesperada por detenerlo. -iEstá mintiendo! jEs un borracho que se inventa todo por dinero! iVas a poner en duda a tu propia hija por lo que diga este tipo? Se le Ilenaron los ojos de lágrimas, como si con solo dudar de ella se le viniera el mundo abajo. Ana ya no vacilaba. La sujetó del brazo y le habló con un tono frio y seco. ---- - PDale el dinero. Que hable. El tipo sonrió, encantado. Recibió el cheque de cincuenta mil dólares y se dejó caer en el sofá, silbando. -TLa historia es sencilla. A Gloria nunca le cayó bien Elena. Así que se inventó un secuestro para hacerla quedar mal con todos ustedes. Y lo de la depresión también era cuento. Esta nifia siempre fue manipuladora. A los tres afios casi le rompe el pie a otra porque no le quiso prestar un juguete. - Por eso la dejé tirada en el orfanato. Y mírenla ahora... la princesita de la casa. jQué ironía! Terminó de hablar sin dignarse siquiera a mirar a César y Ana, que parecían haber envejecido diez afios de golpe. Se guardó el cheque en el bolsillo y caminó hacia la puerta con toda la calma del mundo. Pero justo al pasar junto a Hugo, que no sabía ni dónde estaba parado, se detuvo con una sonrisa burlona. Le dio unas palmaditas burlonas en el hombro, con sorna. - Ah, y tá, campeón... fue Gloria quien arruinó tu boda. Desde que te vio con Elena me pidió que los espiara, que metiera cizafia entre ustedes. Lo del local cerrado, los tipos siguiéndola... todo fue puro teatro. Un show ---- montado solo para separarlos. - -Pero bueno, tampoco es que fueras gran cosa para alguien como Elena. A veces, hasta Dios se cansa de ver tanta injusticia. -iCállate! jCállate! -gritó Gloria fuera de sí, como una loca descontrolada. Pero esta vez, nadie corrió a consolarla. Ana seguía ahí, paralizada, con el cuerpo entero temblando, al borde del colapso. Las imágenes le daban vueltas en la cabeza: las veces que humilló a Elena, la sangre en el vestido de novia, y esa última vez que su hija, conlos ojos lIlenos de tristeza, la llamó "sefiora". Su hija. Su única hija... La que trajo al mundo entre gritos y volvió a abrazar entre lágrimas. éY todo eso... lo había tirado por la borda por una adoptada? Un nudo de culpa le apretó el pecho, y sintió cómo le ardíanlos ojos. De pronto, se giró hacia Gloria y, con toda la rabia ---- acumulada, le dio una cachetada que resonó en toda la sala. -iTodo esto es culpa tuya! Su voz salió rota, cargada de furia, de impotencia, de dolor. - Nos mentiste, fingiste estar enferma, hiciste que odiáramos a Elena, que la dejáramos sola... iMaldita seas! jNunca debimos haberte adoptado! César se dejó caer en el sofá, encorvado, derrotado, con las manos cubriéndose la cara. Yentre sollozos, apenas logró murmurar: -FElena... perdóname. Me equivoqué contigo. No supe ver lo que estaba frente a mis ojos. Hugo seguía con la vista perdida en el celular. Uno tras otro, los mensajes que le había enviado a Elena seguían sin respuesta. Y fue en ese instante que lo comprendió. Elena ya no lo quería. La había perdido. Había dejado ir, con sus propias manos, a la única mujer que lo había amado de verdad... por creer en una farsante. ---- - No... no puede ser - susurró, desesperado- . Si la encuentro... ella me va a perdonar. Tiene que hacerlo. Estoy seguro. Esa frase, casi como un ruego, encendió una chispa en los ojos apagados de Ana y César. -SÍí -asintió Ana, con la voz aún temblorosa-.Vamos a buscarla. Vamos a pedirle perdón... de verdad. Ella... ella tiene que escucharnos.
