---- humedo y comenzo a limpiar la mesa del comedor, luego la mesita de café y el armario. -Descansa un poco. Cuando termine de limpiar, te llevaré a comer. aLlevarme a comer? Me resultaba extrafio, como ver su manera de hacer las tareas domésticas: Miguel era el guardaespaldas de Carlos, un hombre de pufios, pero hacia las tareas del hogar con sorprendente meticulosidad. Aproximadamente una hora después, Miguel terminé de fregar el suelo, se fue al bafio a lavarse el sudor de la cara y salié. -gTe has aburrido de esperar? Su cabello mojado goteaba, siguiendo el contorno de sus facciones salvajes, dibujando una sonrisa naturalmente picara Asenti distraidamente, luego negué con la cabeza Su risa fue franca. Se acercé como si fuera a acariciarme la cabeza, pero recordando algo, retiré la mano. -Vamos. Me levanté mientras él recogia su chaqueta. iTe parece bien comida brasilefia? He oido a las chicas decir que es muy buena. "Las chicas" debian ser las empleadas de la empresa de Carlos. Miguel a veces trataba con ellas. gHabria preguntado especificamente por restaurantes? Al oirlo, me di cuenta de que tenia hambre. Después de todo, habia dormido dos dias y dos noches, y en la mansién Martinez tampoco habia comido bien, incluso habia vomitado. ---- Pero apenas di dos pasos cuando senti un retortijén agudo en el estémago. Corri al bafio y me incliné sobre el inodoro, con arcadas secas que solo produjeron un poco de sangre marrén. Miguel, que me habia seguido, me sostuvo por los hombros, tan delgados que sus manos apenas me rodeaban. Laura? Me ayudé a llegar al lavabo para enjuagarme la boca Con expresién seria, me pregunté: -Desde que regresaste, has ido al hospital para hacerte un chequeo? Negué con la cabeza. Inmediatamente me cargé en su espalda, toms las Ilaves y bajé las. escaleras. Sobre su espalda, el dolor me impedia hablar. En el taxi, por experiencia, presioné continuamente el punto entre mi pulgar e indice para aliviar el dolor de estémago -Conductor, vaya mds rapido -urgié Miguel. El taxista, viendo mi estado por el retrovisor, auments silenciosamente la velocidad al maximo. Todo el proceso en el hospital fue borroso para mi, hasta que terminaron de lavarme el estémago y Miguel llegé a mi habitacién con los resultados. Se senté junto a mi cama con el cefio fruncido mientras revisaba el historial. La silla del hospital le quedaba pequefia, y sus largas piernas quedaban dobladas con las rodillas en alto. -{Quieres quedarte ingresada? -me pregunto. ---- {Qué dice el médico? -Dice que no es necesario, pero. -Entonces no quiero -no deseaba estar en un lugar con gente entrando y saliendo. No me sentia segura asi. Miguel guards silencio por un momento -Estd bien, pero tendremos que venir todos los dias al hospital para cambiar los vendajes y hacer revisiones. Podia sentir que algunas de mis heridas habian sido tratadas. -Durante este tiempo, solo podrds tomar caldos y alimentos liquidos. Sin que Miguel lo dijera, ya lo imaginaba. Tres meses comiendo pan y arroz fermentados, alternando entre hambre y saciedad, mi estomago definitivamente estaba dafiado. Miguel. -{si? -Pero ahora tengo mucha hambre... Los ojos de Miguel se llenaron de compasi6n. El médico le habia dicho lo que probablemente habia comido, cosas que permanecian en mi estémago sin poder ser digeridas ni expulsadas, por eso necesitaban el lavado gastrico. Puso suavemente su mano en mi frente, como consolandome, y prometié: -Haré un caldo muy sabroso, confia en mi, de acuerdo?