---- Capítulo 07 Leandro no dijo nada. Solo se empeõó en meterme la pulsera en la mano. -Tómala, por favor. Es tu pulsera favorita. -No tiene ningún otro significado... solo quiero que estés bien. Miré el objeto, ya reparado, ahora en mi mano, y solté una risa amarga. -De verdad crees que me importa esta pulsera rota? Y sin pensarlo dos veces, la arrojé al basurero justo frente a sus ojos. iCrash! El sonido de los pedazos volviendo a quebrarse Ilenó el pasíllo. Leandro abrió los ojos de par en par. La boca entreabierta. Sin palabras. -Sabes por qué antes la cuidaba tanto? Porque te amaba. Por eso, cualquier cosa que me dieras, la atesoraba. -Pero ahora... ahora te detesto. Y todo lo que venga de ti, me da asco. Lo vi. Vi cómo se le humedecían los ojos. Vi cómo intentaba disimularlo, frotándose la comisura del ojo. Era la primera vez que lo veía Ilorar. Yo, en cambio, ya había Ilorado demasiado por él Lloré cuando lo golpearon por seguir un caso hasta las últimas consecuencias. ---- Lloré cuando logró comprar su primer departamento en Santa Lucia del Valle. Lloré en cada boda fallida. Lloré la primera vez que lo vi dejarme plantada para irse con Clarisa Guzmán. Y él... é pasó de consolarme a ignorarme. Ahora llora, no por amor. Llora porque perdió a su empleada favorita. A su "novia funcional". Ya no le servía. No dije más. Volví a casa y me senté a cenar con mis padres. Actué como si nada hubiera pasado. Ellos tampoco preguntaron. Papá, incluso, me peló una fuente entera de camarones. Cosas tan simples que, en el pasado, yo ya habia dejado de esperar. Qué suerte la mia: aún era joven. Al día siguiente, al Ilegar al trabajo, la recepcionista me miró con picardia. -Vanesa, itienes algún admirador? -cEh? Sacó de debajo del mostrador un ramo de flores y una cajita de té. -Un chico vino esta maõana. Dijo que sabías que estabas en tus días y te trajo esto para que te sientas mejor. ---- -Y que las flores... bueno, que esperaba que te alegraran el día. Me acerqué, sin tocar nada. Solo leí la tarjeta. "Vanesa, te enviaré flores todos los días." Cómo no. Leandro. Me revolvió el estómago. -Tira eso. Ahora mismo. -gEho -Puede estar envenenado. No quiero nada de ese imbécil -iSí, claro! -la recepcionista se Ilevó el ramo de inmediato. Pero Leandro seguía como si nada. Cada día enviaba flores. Lloviera o hiciera sol. Poco a poco, toda la oficina creyó que me estaban cortejando. Varios compaieros me preguntaban entre líneas. AA todos les respondí con evasivas. La recepcionista ya no sabia qué hacer. Un dia, harta, le dije: -La próxima vez, traselas en la cara. -gEh? zEn serio? -Muy en serio. Y así fue. Leandro empezó a dejarlas escondidas en la entrada. ---- No entendia cómo podía tener tanta perseverancia en algo tan ridículo. Hasta que un día no aguanté más. Me levanté más temprano que de costumbre, y lo esperé. AApenas lo vi dejar otro ramo, fui hasta él y se lo lancé en la cara. iPum! -eiYa basta, no!? ;Crees que esto es romántico? jEs acoso! Leandro dio un paso atrás, sorprendido por el golpe. Recogió las flores con manos temblorosas. -Solo quería que estuvieras feliz. -iPues me irritas más! j;Cuántas veces tengo que decirlo para que entiendas?! No tuve compasión. Ni una pizca. Él bajó la cabeza. Como un nifio al que acababan de regafiar. Y aún así, no se iba.
