---- Capitulo 15 Aun lado del césped, bajo un ginkgo al oeste del Instituto Médico, Elsa encontré un rincén soleado y se senté un momento. Todavia le quedaba en la nariz ese olor persistente a desinfectante del laboratorio. Aflojé un poco el cuello de la bata blanca y por fin respiré aire fresco, mientras arrojaba migas de pan integral a un grupo de palomas grises y blancas que se le acercaban sin miedo. Llevaba tres meses en el instituto. Desde que empezé en el laboratorio, pasaba dias enteros ahi dentro. La tarjeta estaba tan metida en el bolsillo que ya parecia pegada a la bata Ese ritmo tan agotador, que para muchos seria insoportable, para ella no era gran cosa Después de todo lo que habia pasado, eso no le parecia nada. En el equipo de investigacién de nuevos medicamentos, trabajaba con algunos de los maestros mas brillantes del mundo médico. Aunque por ahora solo era asistente, en esos tres meses habia aprendido mds que en toda su vida Incluso guardaba una libreta al lado de la almohada, llena de apuntes a mano y con ese olor a medicinas que ya no se le iba. Estaba a punto de llenarla Ese dia, sin esperarlo, le dieron la tarde libre, pero no tenfa idea de a donde ir. ---- Tal vez lo unico a lo que todavia no terminaba de acostumbrarse era la comida. Aunque, en los Ultimos dias, por alguna raz6n, los platos habian mejorado. Eran mds suaves, mds parecidos a lo que le gustaba. Le resultaban reconfortantes. Sin darse cuenta, cerré los ojos y se quedé dormida, bajo la luz tibia de la tarde. Varias horas después, la brisa del anochecer la desperté. Al levantarse, se sacudié del cuello unas semillas de pasto que se le habian quedado pegadas. En el pecho de la bata todavia tenia migas de pan... y una pluma de paloma En el laboratorio, todos comian lo que les enviaban directamente desde el comedor. Por eficiencia, nadie perdia tiempo en ir. Pero como hoy tenia libre, Elsa decidié bajar ella misma. Sin embargo, al dar el primer bocado, se quedé aténita. El aji le picaba tanto que sentia la lengua ardiendo. La receta era la misma de siempre... pero el sabor no tenia nada que ver con el de ayer. -{Serd que volvié el cocinero anterior? Curiosa, cruzé hacia la cocina por la puerta trasera. Apenas entré, lo vio. ---- Esa silueta le resultaba familiar: llevaba un delantal y cortaba verduras con total concentracion. Tenia las mangas arremangadas, y en el brazo se le notaba una cicatriz rojiza, todavia fresca. Una quemadura de los dias en que estuvo preparando sopa Elsa se acercé sin hacer ruido. EI ni se dio cuenta... hasta que ella habl6, en voz baja: -{Alberto? El susto fue tal que se le resbal6 el cuchillo de las manos. Se puso rojo al instante. Claramente no esperaba que Elsa lo encontrara ahi. -iCarlos! Te dije que no le dijeras nada. Carlos levanté las manos con una sonrisa tranquila: Yo no dije nada, eh. -{Pero qué haces aqui? -dijo Elsa, todavia sorprendida El Instituto Médico no era un lugar al que cualquiera pudiera entrar, y mucho menos a la cocina. -¢No lo sabias? -respondié Carlos, removiendo el caldo-. Alberto es nieto del antiguo director. Se crid acd, esto es como su segunda casa. Mientras revolvia la olla, entre risas, Carlos agregé: -Cuando se enteré de que habias entrado al instituto, le preocupd que no te acostumbraras a la comida. Asi que se metié de ayudante... solo para prepararte algo que te gustara. ---- -Hasta se puso a cocinar cosas especiales, de esas que son buenas para el estémago. -Carlos, ya! -protesté Alberto, rojo hasta las orejas. Intent6 esconder la mano donde tenia la quemadura Era tan torpe que entermecia... y, sin saber por qué, también dolia un poco,