---- Capítulo 7 Me costó mirar a los ojos de Carlos. Esos ojos tan Ilenos de sentimiento, que en mi vida anterior habían derramado lágrimas durante días por mi muerte. Recordaba que después de asistir a mi funeral, sufrió un accidente de coche en el camino de regreso y su destino quedó incierto. Ese día, é! mismo conducia. Lo miré con ternura y dije: -Está bien. Carlos seguia explicando atropelladamente que no queria aprovecharse de la situación y que no me exigiría nada a cambio. Interrumpido abruptamente por mi "está bien', se quedó petrificado de asombro. Viendo su expresión aturdida, mi pésimo estado de ánimo se disipó de repente, y afiadí: -Nunca pretendí quedarme con Miguel. -Todo era una táctica para ganar tiempo, solo queria evitar que ese loco hiciera alguna locura. -No podía enfrentarme a é|, así que tenía que seguirle el juego. -iYa no será asi! -exclamó Carlos entusiasmado-. Ahora puedes apoyarte en m. Sonreí y respondí: -Bien. Durante los días siguientes, Carlos permaneció en el hospital cuidándome. 'Aunque ambos eran jóvenes privilegiados, Miguel siempre había ---- sido un seforito mimado que jamás habia hecho nada por sí mismo, dependiendo de otros para todo. Era arrogante y egoísta, siempre priorizando sus propios sentimientos, y solo cuando yo estaba presente se contenía un poco. Carlos era diferente. Se le daba muy bien cuidar de otros, atendiéndome con tanto esmero que hasta los médicos y enfermeras elogiaban su atención. Lo más reconfortante era su trato amable y respetuoso con todos; estar con é! era como sentir la brisa primaveral. Observándolo ir y venir afanoso, sentí una nostalgia indescriptible. Si no hubiera sido por aquel incidente del plagio, en realidad yo me inclinaba más por él. No lo acepté solo porque pensaba que la familia Manade era de un estatus demasiado elevado y no me atrevía a arriesgarme. Sin embargo, Miguel me dio el valor para arriesgarme, y acabé perdiendo estrepitosamente. Miguel no apareció hasta una semana después. Llegó con un bolso Hermês de edición limitada, intentando congraciarse: -Carião, ,mira lo que te he comprado? Viendo que no respondía, explicó nervioso: --No me he puesto en contacto contigo estos días porque mi padre me encerró. -Me quitó el teléfono, dijo que los medios estaban pendientes de mi matrimonio y temía que me vieran visitándote en el hospital. -Le supliqué durante días, incluso recibí un castigo famíiliar para conseguir permiso para verte, ---- Mientras hablaba, se levantó la camisa. Efectivamente, vi varias marcas de látigo en su espalda Pero no senti compasión; al contrario, me reí con sarcasmo. Miguel frunció el ceão, claramente insatisfecho con mi reacción. Pero consciente de su culpa, se acercó haciéndome carantofias: - Carifo, 6ya no te preocupas por mí? Abrí mi teléfono, le mostré el WhatsApp de Ximena y dije friamente: -Mira bien, zte golpeó tu padre porque querías verme o porque dejaste embarazada a Ximena? Miguel tomó el teléfono frunciendo el ceõo y descubrió que Ximena habíia estado acosándome constantemente estos días. Ximena me había enviado fotos de él acompafándola a revisiones prenatales, de compras, e incluso videos íntimos de ella en lencería provocativa. En cuanto al castigo famíliar que Miguel mencionó, Ximena habia grabado todo el proceso. En el video, se escuchaba claramente la voz de Miguel: "iNo debi abandonar a Ximena! jNo debií ir al hospital a buscar a Sonia el día de mi boda! El rostro de Miguel palideció por completo. Me miró desesperado, intentando explicarse débilmente: -Hice todo eso para calmarlos, de lo contrario no me habrían dejado salir. -Quería verte, de verdad solo queria verte. Extendí mi mano hacia él. Se arrodilló frente a mí, y acariciando su ---- rostro dije: -No Ilores, te creo. Los ojos de Miguel se iluminaron. -Como dijiste, sé perfectamente cómo me has tratado estos cuatro aos. .Cómo podría no creer que me amas? Miguel apretó mi mano y prometió solemnemente: -Sonia, gracias por confiar en mí. Por cierto, ya he hecho preparar la villa y he encontrado personas adecuadas para cuidarte. -Perfecto, entonces saldré hoy del hospital -respondí. Miguel se fue feliz a tramitar mi alta médica. Poco después de irse, Ximena volvió a enviarme mensajes, insultândome por "delataria" También amenazó con arruinar mi reputación. Pero lo que ella no sabía es que, en esta vida, la persona destinada a la ruina era ella.