---- Capítulo 10 ÉI se cubrió la cabeza con las manos. Dijo con tono de arrepentimiento: -En mi sueão, era un idiota. Lo siento mucho, quiero compensarte... Di un paso atrás y contesté con tono distante e indiferente: - Si de verdad quieres compensarme, entonces vive feliz con Sara y no vuelvas a molestarme. Sus hombros se hundieron de golpe. Me suplicó con una mirada de pena: - No tengo ninguna oportunidad? ;De verdad no puedo estar contigo? Sehalé la puerta para echarlo. - Vete, jnunca podremos estar juntos! Ya que él y Sara vivían aquí, no tenía sentido que me quedara en ese lugar. La casa de los García nunca había sido mi hogar. A la mahana siguiente, preparé mi equipaje y Ilamé a la puerta de la madre de Hugo. Le entregué una tarjeta bancaria y le dije: -Sefiora, gracias por cuidarme todos estos afios. Este dinero es para agradecerles por criarme. Ella se sorprendió por mi gesto y enseguida lo rechazó con la mano. - Alba, eso no puede ser... ---- -"Tómalo, es posible que no nos veamos a menudo en el futuro. -Le expliqué. Ella me miró y me preguntó con desconcierto: - é Qué quieres decir con eso? éNo vas a volver nunca más? Ella sintió una fuerte sensación de nostalgia y se dio cuenta de que, durante todos estos afios, había prestado toda su atención a Sara y había descuidado a una persona tan comprensiva como yo. Quizás pensó que yo era la más adecuada para ser la pareja de Hugo. Pues, intentó retenerme. - Alba, en realidad Hugo... -Sehora, tengo cosas que hacer en la universidad. Me voy. Antes de que terminara la frase, la interrumpí, cogí mi equipaje y me fui de la villa sin mirar atrás, sin nostalgia. Ya no me importaba si se arrepentían o no, porque tendría una vida mejor, después de dejar atrás el pasado. Arrastrando mi maleta, me dirigí al muelle, sin saber si aún podría comprar un billete para ir a las praderas del norte. Mientras pensaba en ello, Alberto apareció ante mí cargando una enorme maleta de equipaje y me llamó: - jAlba! ---- Con una sonrisa de sorpresa, vino hacia mí. Yo me sorprendí un poco y le saludé sonriendo. - Alberto, itambién eres de la Tribu Alba? -Sí, ino has vuelto para la Navidad? ; Qué haces ahora en el muelle? Agaché la mirada y le respondí en voz baja: -Un asunto personal. Ahora quiero volver a la universidad. Alberto guardó silencio un rato y después se armó de valor y me dijo: - Por qué no vienes a mi casa a pasar la Navidad? Oyendo eso, levanté la vista de golpe y lo miré. La luz del sol golpeaba su cara, haciéndolo más atractivo. Me eché a reír y me sentí muy feliz. Contesté: -jDe acuerdo, iré contigo! En ese momento, supe que mi vida estaba a punto de comenzar un nuevo capítulo.
