---- Capítulo11 En ese momento insoportable, la conocí a ella. Mi alma estaba desgarrada al límite, agotada tanto física como mentalmente. Los labios resecos, con profundas ojeras, el cabello escaso y marchito. Caminaba aturdida, con pasos inestables, sin saber en ese momento a dónde ir. Finalmente me detuve en un puente peatonal desierto. Miré ensimismada hacia abajo. No había nadie. Qué alivio. No causaría pánico social. Ella me dijo después: - Cuando te vi, mi primera impresión fue que eras fea. No porque lo fueras realmente - de hecho, eres bastante guapa - sino porque estabas en un estado lamentable. Parecías un animal moribundo en el desierto. O un pez ahogándose en un lago. Me reíyle di una palmadita en la mano. - Estás loca, los peces no se ahogan. Ella se sorprendió. - Ya sabes a qué me refiero. Esa sensación de desesperanza total, como si estuvieras a punto de morir ---- en cualquier momento. Mi sonrisa se desvaneció. La verdad es que esa tarde planeaba saltar del puente. Pero ella me detuvo. - éTienes fuego? Fuelo primero que me dijo, con un cigarrillo en la boca. Lo negué. Ella pareció no entenderme y se sentó a mi lado, hablando sin parar sobre su vida. Era también huérfana. Había tenido muchos novios. Uno la había maltratado. Ahora cantaba en un hotel. - Oye, équieres oírme cantar? Lo pensé un momento. No tenía prisa alguna por morir ese día. Así que acepté. Por una extrafia coincidencia, no morí ese día.
