Capítulo 13: «Samuel, ¿puedes encargarte de esto? No puedo permitir que mi vida personal perturbe mi entorno profesional», le suplicó con voz firme pero con un tono de urgencia. Sabiendo exactamente quién era ella, Samuel se aseguró de tratarla con el respeto que se merecía. «Ya he silenciado el chat grupal. Esperaremos las instrucciones del Sr. Wall sobre cómo proceder», le aseguró, con actitud serena pero comprensiva con su situación. Mantener en secreto la identidad de Sadie como su esposa siempre había sido parte del plan de Noah. Aunque entendía la situación de Sadie, Samuel, limitado por su cargo, no se atrevía a intervenir. Tratando de mantener la compostura, Sadie asintió y se excusó, sin que su fachada se resquebrajara mientras se dirigía a la sala de descanso. Allí se encontró con lo último que necesitaba: un grupo de detractores habituales, que comentaban con indiferencia sus últimas especulaciones sobre ella. «¿Quién hubiera pensado que la tranquila y reservada Sadie tenía un lado tan escandaloso?». «¿Verdad? Solo hay que mirarla, problemas desde el principio. Está claro que no es tan inocente como parece». «Y lo suficientemente atrevida como para hacer de seductora delante de las narices de la novia. Hay que reconocer que es astuta». Sadie intentó estabilizar la mano temblorosa con la que sostenía la taza. La ironía se le clavó profundamente en el corazón: ella, la esposa legítima, ahora juzgada erróneamente como la otra mujer. Incapaz de corregir la historia sin revelar más detalles de su vida privada, respiró hondo para calmarse y prepararse para las calumnias. —¡Sadie! Estaba a punto de marcharse cuando una voz familiar la llamó, deteniéndola en seco. —¿Qué pasa? ¿Estás molesta? —La voz de Kyla rezumaba una burlona satisfacción mientras se acercaba con aire despreocupado. El vestido blanco que llevaba hoy solo amplificaba su encanto engañosamente inocente, haciéndola parecer tan pura como un lirio recién florecido. Sadie se detuvo en seco, su mirada se volvió gélida al encontrarse con los ojos de Kyla. —¿Has sido tú? —exigió, con una mezcla de incredulidad y acusación en la voz. La idea de que Kyla la difamara era incomprensible. ¿No temía que Noah pudiera revelar su matrimonio? Los labios de Kyla se curvaron en una sonrisa astuta y, en lugar de dar una respuesta directa, se inclinó hacia ella y le susurró con desprecio: —He oído que llevas diez años enamorada de Noah, pero lo curioso es que él lleva igual de tiempo enamorado de mí. Así que dime, cuando llegue la hora de la verdad, ¿crees que se pondrá de tu lado al borde del divorcio o te descartará como a un juguete usado?». A Sadie se le escapó una risa amarga e incrédula. Clavó una mirada de acero en Kyla. «¿Estás tan segura de que te elegirá a ti? He compartido su cama durante dos años. ¿De verdad crees que sus deseos no significan nada?». Sadie sabía que Noah nunca había tenido una relación íntima con Kyla, al menos no antes de confesárselo a ella. El rostro de Kyla se contorsionó de dolor y rabia. Levantó la mano, dispuesta a golpear, pero al ver de reojo un traje negro que le resultaba familiar, dudó. Rápidamente, disimuló su furia con una mirada de fingida tristeza, bajó la mano y suspiró: —No es culpa de Noah, es culpa mía. Volver fue un error. —¿Qué tontería acabas de decir, Sadie? —La voz de Noah rompió de repente la tensión. Entró en la habitación justo cuando las palabras de Kyla llegaban a sus oídos. Su mirada, cargada de desaprobación, se posó en Sadie.