Capítulo 15: Con la mano ligeramente temblorosa, Sadie dudó y luego pulsó el botón de responder. —Hola… —Su saludo fue tímido, teñido de una ronquera provocada por la ansiedad. —Sadie, ¿dónde demonios estás? —La voz de Noah sonó fría y aguda por la ira. Aferrándose al teléfono con ambas manos, Sadie intentó estabilizar su voz. «Yo… voy a casa». «¡Vuelve aquí ahora mismo, vamos al hospital!». Con un tono autoritario en su voz, Noah dejó claro que no había lugar para discusiones. ¿Ir al hospital? La sola idea hizo que Sadie sintiera un escalofrío recorriendo su espalda; no podía hacerlo. Pero algo en el tono de Noah denotaba preocupación, lo que encendió una pequeña llama de esperanza en su pecho. Con el corazón latiéndole con fuerza, Sadie se atrevió a preguntar, con voz apenas audible: —¿Estás… preocupado por mí? Pero antes de que Noah pudiera responder, una voz azucarada y coqueta rompió el silencio, rebosante de intimidad. —Nuestros amigos han organizado una fiesta para mí esta noche, Noah. Me encantaría que vinieras conmigo. La voz de Kyla era dulce, pero sus palabras cayeron como un puño de acero, apagando la última esperanza de Sadie. Un vicio apretó el corazón de Sadie, y la agonía le cortó la respiración. ¡Qué ingenua había sido! Una risa amarga se le escapó al darse cuenta de la verdad. Noah no estaba preocupado por su bienestar, sino por la posibilidad de que estuviera embarazada, lo que supondría una complicación para él y Kyla. Incapaz de soportar ni un segundo más, Sadie colgó bruscamente. Las lágrimas traicionaron su compostura y cayeron libremente por sus mejillas. Se tapó la boca con la mano, ahogando los sollozos desgarradores que amenazaban con abrumarla. El reflejo de Sadie en el espejo retrovisor llamó la atención del conductor, que soltó un suspiro suave y pensativo. Permaneció en silencio, con el único sonido del suave zumbido del motor mientras pisaba el acelerador con deliberada fuerza. Sadie, apoyada contra la fría ventanilla, veía cómo el mundo se difuminaba a su alrededor. Un dolor profundo y punzante le llenaba el pecho, y su corazón se contraía bajo el implacable yugo de la realidad. En algún momento había creído que dos años de matrimonio forjarían al menos una apariencia de sinceridad, aunque el amor siguiera siendo esquivo. Pero ahora, enfrentada a la cruda realidad, se daba cuenta de lo estúpida que había sido. Noah solo había albergado desprecio, disfrazado de indiferencia, mientras ella, tonta y desesperadamente, se aferraba a un hilo de esperanza cada vez más frágil. La autocompasión la invadió y dejó que las lágrimas brotaran, trazando surcos húmedos por sus mejillas, lamentando el amor que había imaginado. Mientras tanto, Noah se mantuvo firme mientras respondía a la petición de Kyla. —No, tengo planes para esta noche —afirmó con tono seco, con una mezcla de determinación y distanciamiento en la voz. Los ojos de Kyla perdieron momentáneamente su brillo y su sonrisa se desvaneció ligeramente, pero asintió con fingida comprensión, con un tono de decepción en la voz. Está bien». Sus dedos se aferraron delicadamente a su bolso mientras se daba la vuelta para marcharse. La mirada de Noah se posó en la figura de Kyla, que se alejaba, con los ojos ensombrecidos por una compleja confusión que no se atrevía a expresar. Después de que ella se marchara, cogió su teléfono con la intención de preguntarle a Sadie qué le había dicho antes.
