Capítulo 33: La intimidad de su abrazo, la ternura con la que Noah la sostenía, despertaron una rabia furiosa en Kyla. Estaban tan cerca, tan entrelazados, que parecía como si el mundo a su alrededor se hubiera disuelto. Los celos arañaban el corazón de Kyla, feroces e implacables. No podía comprenderlo. ¿Por qué Sadie, precisamente ella, recibía tanto cariño y ternura de Noah? Cuando Kyla se acercó, su sonrisa se suavizó aún más y extendió la mano con calidez hacia Noah. Su voz, impregnada de tierna preocupación, rompió la tensión. —Noah, ¿por qué no dejas que yo cuide de Sadie? Había una suavidad en su voz, envuelta en la preocupación justa para que pareciera que ella era la única que se preocupaba de verdad por Sadie. Sin embargo, en lugar de soltarla, Noah apretó a Sadie más fuerte contra su pecho, frunciendo el ceño en una mezcla de confusión y ligera irritación. —¿Qué haces aquí? —preguntó con voz teñida de leve enfado. La mano extendida de Kyla se cerró sobre el aire y se detuvo, con el rostro como una máscara de confusión fugaz antes de retirar suavemente la mano. Con un movimiento casual, se colocó un mechón de pelo detrás de la oreja, ocultando su momentánea vergüenza. Manteniendo su compostura, respondió en voz baja: «Noah, no me digas que ya se te ha olvidado. Te lo comenté anoche. Estabas muy agobiado, así que me ofrecí a encargarme de las negociaciones del contrato con el Sr. Crawford, de Sky Tech». Noah recordó vagamente aquella conversación. Después de dejar a Kyla en el hospital, sus pensamientos estaban ocupados por la salud de Sadie, y solo había escuchado a medias las palabras de Kyla. Había asintido distraídamente, con la atención puesta en otra parte mientras se marchaba apresuradamente. Aquel desaire casual, aunque involuntario, había herido profundamente a Kyla. Aún ajeno a la profundidad del dolor de Kyla, Noah preguntó: «¿Y Sadie? ¿Qué hace aquí contigo?». Con naturalidad, Kyla respondió como si se tratara de un comentario sobre una tarde soleada. «Noah, ya sabes que en estas reuniones siempre se bebe, y con mi problema de corazón, simplemente no puedo beber. He oído que Sadie es muy diligente en el trabajo, así que pensé que podría encargarse. Por eso le pedí que viniera». Estudió el rostro de Noah con atención, buscando en sus ojos la habitual comprensión que él le había mostrado tantas veces antes, con la esperanza de que dejara pasar el tema sin más, como siempre hacía. Sin embargo, esta vez, su respuesta fue inesperadamente fría. «Sadie tampoco se encuentra bien», afirmó con tono seco. Kyla se quedó clavada en el sitio, conmocionada. Por un instante, se preguntó si estaba atrapada en algún sueño surrealista. Espera… ¿Estaba defendiendo a Sadie en serio? La idea atravesó a Kyla como una espina afilada, encendiendo una llama salvaje de celos en su interior. Levantó la vista y se encontró con la mirada intensa e inquebrantable de Noah. Había una frialdad escalofriante y una advertencia tácita en sus ojos que nunca antes había visto dirigida hacia ella. Sintiendo un nudo en el pecho, Kyla luchó por no mostrar su descontento. En lugar de eso, apretó los puños con tanta fuerza que las uñas se le clavaron en la palma de la mano y, con una voz teñida de inocencia pero mezclada con autorreproche, murmuró: «No tenía ni idea del estado de Sadie… Nunca la habría involucrado si lo hubiera sabido. Recuerda que, después de que te salvé y escapé por los pelos de esos secuestradores, me quedé con este problema cardíaco. Lo prometiste, Noah, dijiste que siempre me cuidarías». Noah permaneció en silencio, con sus profundos ojos fijos en Kyla con una intensidad que parecía atravesarle el alma. Tras un prolongado silencio, apartó la mirada, con el rostro ensombrecido por una mezcla de emociones indescifrables y premonitorias. —No lo he olvidado, no rompo mis promesas. El Grupo Wall es lo único que impide que Sky Tech se hunda —dijo con voz baja y firme—. No tienes por qué ser tan deferente con su director general. En lo que respecta a la asociación, él no es nuestra única opción. Y no tenías derecho a involucrar a Sadie. El corazón de Kyla latía con fuerza en su pecho.
