Capítulo 36: Rápidamente volvió a dirigir la mirada hacia Platt, dejando escapar una pequeña y escalofriante risa, un sonido aparentemente suave pero cargado de una amenaza tácita. —Te gusta mucho beber, ¿verdad? Pues bien, hoy te espera una sorpresa —declaró Noah con una sonrisa pícara. Chasqueó los dedos y el sonido resonó con claridad en el silencio de la sala privada. A su señal, Samuel, que estaba esperando justo fuera, abrió la puerta de par en par. Los camareros entraron uno tras otro, con movimientos suaves y precisos. Se colocaron en dos filas ordenadas, cada uno con botellas de vino que brillaban bajo la suave iluminación. Una a una, colocaron las botellas ante Platt, cada vez que tocaban la mesa con el suave sonido del cristal contra la madera, un sonido que recordaba siniestramente a una campana en los oídos cada vez más ansiosos de Platt. Su tez se tornó fantasmalmente pálida. Un fino velo de sudor perlaba su frente, y su incomodidad era palpable en el silencio cada vez más denso. Todo el espectáculo duró cinco minutos. Finalmente, cuando colocaron la última botella, el jefe de camareros dio un paso al frente y rompió el suspense con su voz. —Señor Wall, aquí está todo el vino —anunció con un tono formal, pero con un ligero matiz de incredulidad. La sala contuvo el aliento. El alcance del mandato de Noah —todas las botellas del restaurante dispuestas ante ellos— era asombroso. ¿Estaba tratando de matar a Platt a base de alcohol? La mirada de Noah recorrió la asamblea y se posó con gélida determinación en Platt. Apenas movió los labios al hablar, pero la palabra «Disfruten» salió de ellos como un veredicto, resonando con una autoridad escalofriante que hizo que Platt sintiera un escalofrío recorriendo su espalda. Platt contuvo el aliento y sintió una inquietud creciente al contemplar la montaña de botellas de vino. Esbozó una sonrisa, más parecida a una mueca forzada, y balbuceó: —Bueno, señor Wall, esto es… es un poco excesivo. —Lanzó una mirada desesperada a Kyla, suplicándole en silencio que interviniera, como solía hacer la elocuente diplomática. Entendiendo la señal, Kyla asintió sutilmente. Se apartó con elegancia un mechón de pelo detrás de la oreja y intervino con voz deliberadamente suave para transmitir preocupación. —Noah, beber tanto vino podría ser mortal… Sus palabras estaban impregnadas de una fragilidad fingida, diseñada para despertar el instinto protector de Noah. Sin embargo, antes de que pudiera continuar, Noah la interrumpió con un tono severo y autoritario. —Entonces, ¿eres consciente de los riesgos? Su voz, aunque no elevada, tenía una fuerza potente y resonante que llenó el silencio cargado de la sala. Su mirada aguda recorrió los rostros que tenía delante, deteniéndose en Kyla con un destello de sarcasmo y un frío inconfundible. Su insinuación era clara y golpeó directamente a Kyla. Una tormenta de emociones se arremolinó en su interior y su tez palideció. Nunca se le había pasado por la cabeza que Noah llegaría a tales extremos por Sadie. El peso de la situación la golpeó con tanta fuerza que sintió como si le hubieran succionado el aire de los pulmones. Debajo de la mesa, sus dedos se aferraron al bolso con tanta intensidad que se le pusieron blancos los nudillos. La máscara de gentileza que había mantenido tan meticulosamente comenzó a resquebrajarse, revelando un atisbo de la tormenta que se desataba en su interior. Platt también comprendió la gravedad de la situación. Se dio cuenta de que había provocado a alguien realmente formidable. Las consecuencias se cernían sobre él, inevitables y severas. Atrapado sin escapatoria, se hincó con un ruido sordo, con las manos juntas delante de él, en una imagen de desesperación. Con urgencia en el tono, sus palabras rompieron el tenso silencio que los rodeaba. —Señorita Hudson, he sido un tonto al cruzarse en su camino y lo lamento sinceramente. ¡Por favor, tenga piedad y convenza al señor Wall de que me perdone solo esta vez! La sala quedó envuelta en un silencio palpable, todos los asistentes se quedaron paralizados, conteniendo la respiración mientras presenciaban el drama que se desarrollaba ante sus ojos.
