Capítulo 44: Dejar Wall Group era un paso que tenía que dar. Los dolorosos recuerdos y las sombras de una familia rota que se aferraban a esta ciudad eran demasiado para soportar. ¡No había forma de que Noah aceptara la existencia de su hijo! En el caos de su mente, una idea repentina golpeó a Sadie como un rayo. El proyecto de colaboración del Grupo Maple: ¡eso podría ser su salvación! Ese proyecto era muy rentable y el departamento de planificación no había podido conseguirlo. Si ella lograba conseguirlo, no solo significaría una bonificación importante, sino también la oportunidad de romper con Wall Group y reconstruir su carrera en el diseño. Una chispa de determinación se encendió en los ojos de Sadie mientras abría su ordenador portátil y se sumergía en la investigación sobre el Grupo Maple. El tono azulado de la pantalla bañaba su rostro, resaltando sus rasgos decididos. —¡Lo tengo! —exclamó triunfante, su voz rompiendo el silencio al cerrar el ordenador portátil. La luz parpadeó en su mirada aguda y concentrada, testimonio de su repentina revelación. La mañana pasó volando mientras Sadie reunía información sobre Roy Domínguez, el enigmático director general del Grupo Maple. Su gran avance llegó justo antes del mediodía: Roy tenía previsto pasar la tarde jugando al golf en un club local para relajarse. Sin tiempo que perder, Sadie metió lo imprescindible en su bolso y salió corriendo, con el corazón latiendo con fuerza por la expectación. Llegó al campo de golf en el momento perfecto, pocos minutos antes de las dos. Exhaló un profundo suspiro de alivio y observó los lujosos alrededores, pero Roy no estaba por ninguna parte. Justo cuando daba un paso adelante, una voz escéptica la detuvo. —Señorita, ¿tiene reserva? Los ojos del empleado recorrieron el atuendo informal de Sadie —una camiseta blanca lisa y vaqueros— que desentonaba por completo con el glamour habitual del lugar. Sadie respiró hondo para calmarse y se armó de valor para no mostrar ningún signo de vulnerabilidad. —Soy la secretaria del Sr. Noah Wall, del Grupo Wall —declaró con voz tranquila, que denotaba compostura y firme convicción—. Me ha enviado para hablar de una posible colaboración con el Sr. Domínguez, del Grupo Maple. La expresión del empleado cambió radicalmente, y la desconfianza inicial se disipó para dar paso a un respeto reverencial. —Ah, usted es de la empresa Wall. Disculpe, no lo había visto. —Con una cortesía renovada, el empleado sonrió y le indicó el camino—. Por aquí, por favor. Sadie soltó un suspiro de alivio y lo siguió, sintiendo cómo su corazón se alegraba con cada paso. El campo de golf se extendía ante ella, un paisaje que le resultaba familiar: ya lo había recorrido junto a Noah, lo que le proporcionaba una reconfortante sensación de déjà vu. Eligió un banco apartado, se sentó y sacó de su bolso una propuesta comercial meticulosamente preparada. Echó un vistazo a los alrededores con facilidad, su anticipación crecía silenciosamente. Roy apareció poco después, acompañado solo por una secretaria. Su llegada confirmó la información que había recopilado. Sin clientes a la vista, Roy parecía estar allí únicamente para disfrutar de un día tranquilo en el campo, lo que facilitaba mucho su trabajo. Sadie respiró hondo y se armó de valor mientras se acercaba a Roy, que estaba bebiendo tranquilamente su café. Le dedicó una sonrisa mesurada, del tipo que se practica meticulosamente para parecer profesional. —Hola, señor Domínguez. Soy Sadie Hudson, la secretaria del señor Wall. —Se presentó con aire tranquilo y digno.
