---- Capitulo 4 Debido al calor abrasador que circuló por la casa de fuego durante los diez días de mi encierro, mi cuerpo se había transformado más allá del reconocimiento. Mi forma de loba, normalmente elegante y poderosa, yacía carbonizada y retorcida tras mi muerte. Solo mis ojos permanecían intactos, aunque abiertos de par en par y se veían vidriosos por el terror, fijos para siempre, como si lanzaran una acusación silenciosa. Las quemaduras repetidas habían arrancado la mayor parte de mi pelaje, dejando parches de piel ennegrecida adheridos a los huesos. En algunos lugares, la carne se había derretido por completo, exponiendo restos esqueléticos. - Oh... Diosa... -jadeó una joven criada, antes de doblarse por la mitad. Varios sirvientes se apresuraron a alejarse para vomitar, retorciéndose violentamente contra las paredes exteriores de la casa de fuego. Mi padre se abrió paso entre el desconcertado grupo, su rostro estaba contorsionado por la incredulidad mientras entraba en la casa de fuego. Cuando sus ojos se posaron en mi cadáver, sus pupilas se contrajeron a ---- puntos, y el color se desvaneció de su rostro. Luego, su expresión se endureció y la ira estalló. -êDónde está Scarlett? -rugió, mirando a su alrededor, como si yo pudiera estar escondida en algún lugar del pequefio espacio- . jEsto no es Scarlett! jEs... es algún tipo de truco! jLes ordeno que la busquen ahora mismo! Miró fijamente el cadáver descompuesto, la frente se había podrido más que el resto, revelando el hueso blanco bajo ella. Al mirar ese rostro, hasta a mí me costaba creer que era vo. Había sido Scarlett Morgan, hija del Beta Diego Morgan, una vez fui su amada hija y heredera del segundo puesto más alto en la manada, pero ya no era más que un despojo de lo que un día fui. Eduardo se adelantó con el rostro ceniciento. Las manos del viejo mayordomo temblaban violentamente, pero su voz sonó clara y firme. - Sefior, jestá es la sefiorita Scarlett! jSu hija ha muerto! Mi padre se giró, sus ojos centellearon amarillos por la ira de su lobo. Agarró a Eduardo por el cuello y levantó al anciano hasta que sus pies apenas tocaban el suelo. -iViejo tonto! éTe has vuelto completamente senil? - ---- siseó, la saliva volaba con cada palabra-. jEsto... esto no se parece en nada a mi hija! jclaramente es un sefiuelo que colocó allí para engafiarme! jAlguna clase de broma enfermiza! --La sefiorita estuvo encerrada en la casa de fuego durante diez días, sefior. Ni siquiera el lobo más fuerte podría sobrevivir eso. -iTonterías! - mi padre cortó el aire con su mano. - éNo había alguien cerrando el fuego y dándole hierbas curativas? jNo creas que no sé lo que sucede en mi propia casa! ;Cómo podría haber muerto? Su voz se quebró en la última palabra, mostrando la duda que comenzaba a filtrarse. Era verdad, el primer día de mi encarcelamiento, alguien intentó ayudarme. Marta, el ama de 1laves más amable de la mansión y mi aliada más cercana desde la infancia, de forma clandestina, había introducido un pequefio paquete de hierbas curativas y me ayudó cerrando el fuego por un rato. -Aguante, sefiorita Scarlett -susurró conlos ojos llenos de lágrimas mientras miraba hacia la puerta con temor - . Volveré mafiana, solo mantente fuerte. Sin embargo, nunca regresó. ---- Padre, fuiste tú quien la descubrió y enviaste a Marta a la prisión de plata por "traicionar la ley de la manada." iNo recuerdas que la usaste como ejernplo ante todo el personal? Al usar a Marta como advertencia, incluso si otros querían ayudarme, no se atrevieron, ya que la prisión de plata era un destino casi tan terrible como la casa de fuego; un lugar donde los lobos eran mantenidos en cadenas de plata que les quemaban la piel y suprimían su capacidad de curación. Durante los nueve días siguientes, soporté el fuego sin hierbas curativas ni agua. Mis manos y pies estaban atados con alambre de plata que cortaba mi piel, impidiéndome transformarme completamente en mi forma de loba o regresar a mi forma humana. Ni siquiera podía moverme para evitar las Ilamas que caían del techo cada dos horas. El calor me hacía desmayar, hasta que la sed me despertaba de nuevo. Muchas veces aullé, hasta que mi garganta quedó rasposa, suplicando por misericordia, agua, o incluso la muerte. Ese ciclo se repitió hasta que finalmente, no pude sostenerme más y di mi último aliento. Antes de morir, los maldecí con todo mi corazón, ---- esperando que todos los que me habían hecho dafio encontraran finales terribles. Esa maldición fue mi último acto, y ahora permanecía allí como un espíritu, solo para verla cumplida. -iAah! Un grito agudo cortó la tensa atmósfera de la escena. Mi padre se giró para ver a Elizabeth parada en la entrada de la casa de fuego, aferrando su estómago. Su rostro se había vuelto mortalmente pálido, y se tambaleaba sobre sus pies. -FEl olor... es horrible -jadeó, su mano libre cubria su boca y nariz - . Creo que voy a vomitar. Mi padre inmediatamente abandonó la inspección de mi cadáver, corriendo hacia el lado de Elizabeth, para colocar su brazo alrededor de su cintura, sosteniendo su peso. Se acercó a ella, sosteniéndola con sus brazos. - Estás bien? Ella se apoyó en él. - Diego, me duele el estómago terriblemente - gimoteó, colocando su mano sobre su vientre ligeramente hinchado. -REspero que nuestro bebé no esté en peligro. éPor qué ---- Scarlett habrá montado una escena tan horrible? Estoy absolutamente aterrada por nuestro pequefio. La mención de su embarazo cambió algo en el rostro de mi padre. La duda y el horror se evaporaron, reemplazados por su enfoque absoluto en Elizabeth y el hijo que gestaba. Su mano acarició su estómago con suavidad, y presionó un beso en su sien. - Está bien, mi amor. Vamos al hospital de inmediato, nuestro hijo estará bien. Hijo. Por supuesto que lo había convencido de que sería un nifio. El heredero que siempre había querido, pero que no había obtenido ni de mi madre, ni de mí. Mientras ayudaba a esa mujer a alejarse de la casa de fuego, continuó maldiciéndome por encima del hombro. -iEsa pequefia bestia! ;Cómo pudo crear esa escena tan repulsiva y atroz? jAsustó a su hermano antes de nacer! j Si algo le pasa a mi hijo, haré que lo pague! -iLimpien todo esto! jNo quiero volver a verlo! La pareja desapareció rápidamente hacia la casa principal, la cabeza de Elizabeth descansaba dramáticamente sobre el hombro de mi padre. Amber se quedó atrás, parada inmóvil, viendo a su madre y a mi padre retirarse. ---- Me acerqué a ella, sabía que no podía escucharme, pero la provocaba de todos modo. - Tu madre ya no te quiere. Va a darle un hijo a mi padre y solo serás el equipaje extra en su relación, lo perderás todo. La expresión de Amber se oscureció ligeramente al ver a su madre apoyarse en el abrazo de mi padre. Un segundo después, una mirada calculadora centelleó en sus ojos.
