---- Capítulo 7 Estaba a punto de reírme con mucha rabia por lo que dijo. Con ira acumulada, le respondí: - ;Pequeha cosa? jAhora hay una vida en peligro! iSigues pensando que es algo pequefio? Paola se quedó sin palabras por completo ante mi grito y solo podía seguir disculpándose entre lágrimas. Pero no tenía tiempo para sus disculpas; debía concentrarme y hacer todo lo posible para salvar la vida de ese nifio. Suspire y me vi obligado a mantener la calma y continué con la reanimación cardiopulmonar a Hugo. Uno, dos, tres... El tiempo pasaba y mi frente se empapaba de sudor al instante, pero Hugo seguía sin reaccionar. Mi corazón comenzó a entristecerse poco a poco... De repente, el sonido ensordecedor de una sirena se acercaba lentamente y la ambulancia finalmente llegó. Unos cuantos paramédicos entraron al consultorio y, con mucha rapidez, levantaron a Hugo en una camilla. Sin embargo, uno de los médicos apenas lo revisó y, ---- sacándose la mascarilla, dijo con un tono formal: - Lo siento muchísimo, el nifio ya no tiene signos vitales. Al escuchar esto, Clara se desplomó en el suelo, su rostro se volvió completamente blanco como el papel y sus labios temblaban. -iNo! jEso no puede ser! -La mamá de Hugo se desmayó por completo. Se lanzó sobre la doctora Paola y, con mucha furia, le arrancó la bata blanca-. j Mi hijo estaba bien cuando llegó! -éPor qué ahora ya no está? iDevuélveme a mi hijo! Paola, pálida como un papel, no podía defenderse, simplemente dejaba que la madre de Hugo la golpeara y la rasguíiara, repitiendo una y otra vez: -Lo siento, lo siento... -Tlrene... -en ese momento, Diego Campos llegó corriendo desde el pasillo y tomó mi mano con mucha ansiedad-. iIrene, qué ha pasado? No había tenido tiempo alguno de responder cuando vi a Clara, como un conejito asustado, lanzarse a los brazos de Diego, abrazándolo fuertemente por la cintura y Ilorando con mucha fuerza dijo: -Diego, j ---- qué miedo! Yo... yo... Al ver esta escena, mi ira se disparó de inmediato. Lo empujé de un lado al otro y saqué a Clara de los brazos de Diego, dándole una fuerte cachetada. -iPah! El sonido de la bofetada retumba con gran estruendo en el consultorio. Clara se llevó la mano a la cara, mirándome con mucha incredulidad, 1Ilena de reproches y enojo. Diego, sorprendido por mi acción, lentamente me preguntó con mucho descontento: -Irene, iqué estás haciendo? - i Qué estoy haciendo? -grité, senalando a la madre de Hugo, que estaba en el suelo-. jMira! jUna vida tan joven se ha perdido así! ;Y me preguntas qué estoy haciendo?! Me devolví, con los ojos rojos, y miré fijamente a Clara, dejándole en claro: -Clara Vega, no puedes escapar de esta responsabilidad. -Te lo advierto, voy a investigar todo lo que pasó. ---- Clara, temblorosa, encogió los hombros, sin atreverse siquiera a mirarme. Me acerqué a la madre de Hugo, me agaché y le tomé suavemente la mano friía. Con un tono de voz suave le dije: -Sefora, no se preocupe. Haré todo lo posible para darle a usted y a su hijo una respuesta. La madre de Hugo, con lágrimas en los ojos, me miró: - i Qué respuesta? jNo quiero respuestas! jQuiero a mi hijo de regreso! -iSoy madre a temprana edad! jHugo es mi único hijo! jNo se puede ir así! Los paramédicos de la ambulancia hicieron una pausa y dijeron: -Sigo recomendando que la familia realice una autopsia. Al oír esto, la madre de Hugo gritó: - já Qué?! jMi hijo solo venía a sacarse un diente! jDe repente se muere y ahora le quieren hacer una autopsia! jEsto no tiene sentido! Dicho esto, la madre de Hugo se desplomó desesperadamente.
