---- Capitulo Diego llevaba tiempo queriendo divorciarse de mi para volver a cortejar a Camila Como él deseaba, se lo notifiqué al abogado de la familia Garcia y ambos acudimos juntos a su oficina -Acepto el divorcio -dije con total serenidad, miréndolo sin resentimiento alguno. Diego parecié sorprendido, mientras el abogado, Ratll Torres, nos entregaba a cada uno una copia del acuerdo de divorcio. Firmé el mio con rapidez y tranquilidad, deslizando el boligrafo sobre el papel con un suave rasgueo. Sin embargo, cuando llegé el turno de Diego, este dud6, y sus dedos palidecieron al apretar el boligrafo con fuerza -Sefior Garcia -intervino el abogado, con cautela-, podria esperar a estar completamente seguro antes de firmar. Entendia lo que sentia Diego. Hasta que un perro se crean lazos después de tantos afios. Y yo habia sido su sombra durante los ltimos dieciséis. -Alejandro se queda conmigo -dijo, mirndome, expectante de mi reaccién Y yo acepté sin reparos. Renunciaba a ambos. Diego me estudié en silencio, buscando en mi rostro algun atisbo de dolor, tristeza o afioranza. Sin embargo, no encontré nada. Confirmando que mis palabras eran ciertas, furioso, apreté el boligrafo y firmé con trazos tan firmes que casi perfor el papel. ---- Mientras tanto, yo revisaba meticulosamente el acuerdo de division de bienes, antes de abandonar su oficina, sin mirar atrds, y completamente satisfecha En el silencio que qued6, el abogado Torres contuvo por unos minutos el aliento, sintiendo el frio glacial que emanaba de Diego. -(Desea que anunciemos puiblicamente el divorcio, sefior Garcia? - pregunté con cautela. No -respondié Diego, con la voz mas calmada-. Solo est siendo caprichosa. Al decirlo, incluso su cefio fruncido se relajo un poco, como si intentara convencerse a si mismo. -Que no se filtre esta informacién. No se preocupe, volveré por su propia cuenta -afiadié, casi con suficiencia-. Solo est sufriendo amnesia y se ha olvidado de Alejandro y de mi. Me amé y nos amé tanto... Seguramente, pronto se acordara de nosotros. -Suspiré-. Los médicos dijeron que su pérdida de memoria era temporal. Cuando recapacite, vendra llorando, desconsolada, suplicando por una reconciliacién. Este divorcio serd su castigo por habernos olvidado tan facilmente. Y, cuando regrese, arrepentida, entonces la perdonaré. EI mal humor de Diego se esfum6 de pronto, y, despreocupado, bebié un sorbo de café, mientras el abogado se secaba el sudor de la frente con un pafiuelo, preguntandose si en verdad era un capricho. Ambos habian firmado, y los bienes ya estaban repartidos Al marcharme, cref que sentiria nostalgia, después de todo, habia vivido alli seis afios. Pero lo Unico que experimenté fue una ligereza liberadora, como si me hubiera deshecho de unas horribles cadenas. ---- Ya no era la esposa de alguien tan déspota como él. Ni la madre de alguien tan desagradecido como Alejandro. Ya no tendria que complacerlos ms, ni temer el rechazo de ambos. Aproveché que ambos estaban afuera para llamar a tres empresas de mudanzas, pagando miles de délares en tres camiones. Empaqué todos mis bolsos de lujo, vestidos, joyas, productos de belleza, mis utensilios de reposteria -esa coleccién de alta calidad que habia seleccionado con tanto esmero-, los muebles que me gustaban, los adornos que habia comprado... Incluso, me llevé los costosos regalos que alguna vez habia comprado para Diego y Alejandro, aquellos que habian despreciado y habian relegado al rincén mas oscuro del armario. Los venderia de segunda mano, después de todo, no notarian su ausencia, y asi, al menos, tendrian utilidad Ahora, divorciados, seguro les disgustarfa volver a ver esos objetos que consideraban indeseables. Fueron tantas cosas que pensé que los tres equipos de mudanza demorarian una eternidad. Sin embargo, para mi fortuna, terminaron en menos de dos horas. La casa quedé desolada. Diego encontraria el espacio mas ordenado y amplio que nunca. Siempre habia odiado el exceso de pertenencias, y, ahora, por fin, todo estaba tan vacio como le gustaba. Un gesto sumamente considerado de mi parte, para que tanto él como Alejandro pudieran darle la bienvenida a la préxima duefia de casa. Antes de cruzar el portén por ultima vez, miré hacia atrés, echandole una ultima mirada a la hacienda.