---- Capítulo 8 Punto de vista de Carlos Cerré los ojos por un segundo y cuando los abrí, vi a Valentina. Estaba parada junto a la entrada principal, escondiéndose como si tuviera algo que ocultar. Valentina, todo comenzó cuando la traje a casa. Las amenazas Ilegaron poco después de la muerte de Rafael, eran mensajes anónimos, advertencias y exigencias que decían: "Protege a Valentina o Sofía pagará el precio". Ahora no podía dejar de preguntarme: "; Qué habria pasado si no hubiera traído a Valentina a casa? ; Qué habria pasado si no hubiera creído que podía manejar ambas cosas? ;Proteger a Sofía, dirigir el imperio, y evitar que todo se desmoronara? iSofía todavía estaría aqui?" Valentina se escabulló en la oscuridad, desapareció detrás de los setos. Fruncí el ceãio, la sospecha me recorrió como un escalofrio, así que la seguí. No pasó mucho tiempo antes de que escuchara voces, bajas y furiosas. -No puedes amenazarme -siseó Valentina-. iTe di lo que pediste! -Y ahora quiero más -espetó una mujer-. O les diré la verdad: que no eres la hija de Rafael y que los amenazaste con delatarlos. ; Quieres seguir fingiendo inocencia? Paga. -No te creerán, no después de todos estos afios. Ahora soy parte ---- de la familia. -iFamiília? -La mujer se rio con amargura-. ; Y qué hay de mí? Soy tu madre. Mentí por ti y construí todo esto para ti. -No eres mi madre -escupió Valentina-. jáhora soy una Vásquez! Hubo una larga pausa, luego la mujer susurró. -Espera a que les diga que contestaste la última Ilamada de Sofía. Veamos si Carlos te perdona después de eso. Mi sangre se heló. Entonces ella... si contestó la Ilamada de Sofía? -No te atreverías. -Siseó Valentina. -Tengo un video -gruíió la mujer-. De ti entrando en esa piscina, y dejando que Sofía cargara con la culpa de lanzarte, -eMe grabaste? -Valentina se abalanzó, empujó a la mujer y le dio una fuerte bofetada. La luz de la calle iluminó su rostro en ese momento, y me quedé paralizado. Nunca la habia visto así; retorcida y rabiosa. No Ilorando, ni asustada, sino furiosa, horrible y desquiciada. Un monstruo con la ropa de mi hermana. De repente, todo quedó claro. Sofía no había mentido, no había exagerado, tampoco era caprichosa, ni celosa, mucho menos dramática. Melo había advertido, me había dicho sobre eso, sobre Valentina. Y nola habia escuchado. Debi haber irrumpido allí y exigirle respuestas a Valentina. ---- Pero, zeuál era el punto? Ninguna respuesta que me diera traería a Sofía de vuelta. Sofía había Ilorado, rogado y suplicado que le creyera. Pero la habia mirado a los ojos y elegido a otra persona, una y otra vez. Su propia família le habia dado la espalda. Y ahora estaba aqui, viendo cómo la chica que elegí por encima de ella, lo destruía todo. Pero sabia que no tenía derecho a detener a Valentina, ni a culparla. Porque yo había pavimentado el camino por el que ella caminaba, piedra por piedra, decisión por decisión. Era su cómplice en ese crimen, No recuerdo cómo Ilegué adentro. Un momento estaba afuera en la nieve y al siguiente, me desplomé en el sofá, mis piernas cedieron como si estuvieran vacías por dentro. Mi pecho ardía y mis manos no dejaban de temblar. -éCarlos? -La voz de Diego llegó desde algún lugar detrás de mi-. é Qué demonios pasó? No pareces tú mismo. Me quedé sentado, tratando de respirar. -Siento que lo he hecho todo mal -murmuré finalmente-. Todo. ;Y si... y si las cosas que creíamos verdaderas nunca fueron verdad? ; Y si las mentiras que juramos que eran mentiras... eran reales? Diego se quedó inmóvil. -éDe qué mierda estás hablando? -Sonaba alarmado, nervioso-. ---- Luis ha estado actuando extrafo, y ahora tú? Eres el mayor, Carlos. No puedes derrumbarte, contamos contigo. Giré la cabeza, solo un poco. -Valentina mintió. -éQué? -Lo retorció todo -susurré-. Sofía no mintió, ni la acosó. Fue Valentina... todo el tiempo, nos hizo creer que Sofía era la villana. Diego me miró fijamente, la sangre se drenó de su rostro. - Estás diciendo que... Sofía... decía la verdad? No respondí, no pude. La culpa era demasiado ensordecedora en mi pecho. Me levanté del sofá y subí las escaleras, cada paso era más pesado que el anterior. En mi habitación, rebusqué en los cajones hasta que lo encontré: la pequeãa caja de terciopelo. Dentro, el collar brillaba como escarcha. Era una delicada cadena de diamantes que habia comprado en París. Me dije a mí mismo que era el regalo de cumpleaõos de ese aíio para Sofía, que sería una ofrenda de paz, algo para cerrar la brecha entre nosotros. Pero ahí estaba, intacto. Todavía perfecto, todavía sin significado. Ahora nunca tendría la oportunidad de dárselo. Porque se había ido, y no de la manera en que la gente dice cuando alguien se muda o corta contacto. Se había ido, ido de la manera que significaba que nunca la recuperaríamos. Ido de la manera que significaba que viviría el resto de mi vida con ese collar en un cajón y el sonido de su voz, la verdad en ella, resonando en mis oídos, demasiado tarde.
