---- Capítulo 9 Punto de vista de Sofía Habían pasado diez aõos desde que me uní al Grupo Morales. Durante ese tiempo, las fórmulas que desarrollé les ayudaron a generar cientos de miles de millones en ganancias. Mercados enteros fueron transformados gracias a mi trabajo. Ya no era una química escondida en secreto detrás de la puerta de un laboratorio, era su activo más valioso. Y también era la novia de Sebastián Morales. Me dijo que se enamoró de mí la primera vez que me vio. Quizás era verdad, quizás no. Pero ser suya significaba que me daban cosas que la mayoría en la organización nunca recibia, libertad y seguridad. Gracias a Sebastián, no tenía que quedarme en México a tiempo completo, podía viajar. A menudo, é! simplemente me preguntaba dónde quería ir, luego me llevaba allí. Pero debido a quién era él, y lo que era el Grupo Morales, siempre viajábamos de forma discreta; en vuelos tranquilos con reservaciones sin identificar. Para el décimo aniversario de mi trabajo con los Morales, Sebastián decidió Ilevarme a Francia. -Francia es especialmente hermosa en invierno. -Dijo. Curioso, alguien más me habia dicho eso una vez: Valentina. Lo habia dicho cuando arrastró a mis tres hermanos a los Alpes mientras yo desaparecía en México con una sola maleta y el ---- corazón destrozado. Ya no pensaba mucho en ellos, me había entrenado para no hacerlo, pero algunos días, un aroma o una frase desenterraba recuerdos como minas terrestres. Siempre los volvia a enterrar. Ese día, mientras Sebastián y yo paseábamos bajo la Torre Eiffel, con el aire fresco por la escarcha y el champán, los vi Carlos, Diego y Luis, estaban parados al otro lado de la plaza, mirando fijamente. No se acercaron, solo observaban. Mis dedos instintivamente se apretaron alrededor de los de Sebastián. -Deberíamos irnos. Pero él sonrió. - Todavíia no, carifo. Levantó una mano, y una fila de mujeres apareció una por una, cada una sostenía una sola rosa. Entonces, Sebastián se arrodilló, con un anillo en la mano brillando en la luz fria. -Sofía -dijo, con voz cálida, segura-. Hace diez aõios, entraste en mi mundo y lo cambiaste todo. Has sido mi compafiera, mi luz, mi fortaleza. Sé que has pasado por el infierno, sé que te han traicionado, pero estoy aqui, prometiéndote amarte, protegerte, y nunca olvidar lo que tengo frente a mí. ; Te casarías conmigo? El mundo se ralentizó a nuestro alrededor. Sus ojos eran firmes, como si yo fuera la única persona que existia Dudé, no porque no lo amara, ya que lo hacía. Solo dudé porque una vez había creído en promesas antes, y las habia visto desmoronarse. ---- iSebastián cambiaría? LEl tiempo desgastaria sus votos como había sucedido con mis hermanos? ;Sería abandonada de nuevo? Desde el otro lado de la plaza, los tres seguían observando. Estaban más viejos ahora, más apagados en los bordes, no eran los hombres que recordaba. Sebastián pareció notar el destello de duda en mí, por lo que extendió la mano y dijo simplemente. -Confía en mí, por favor. Asentí y extendí mi mano. É| deslizó el anillo con una sonrisa. Cuando miré hacia arriba de nuevo, Carlos, Diego y Luis habían desaparecido, tragados por la nieve como fantasmas. Sebastián se inclinó, rozando un beso sobre mi sien. -;Quieres volver al hotel? ;Descansar un poco? AAsentí, hasta que lo escuché. Una voz que no habia oído en una década. -Sofía... Me di la vuelta Carlos. Estaba solo ahora, con las manos en los bolsillos de su abrigo y sus ojos fijos en los míos, luego, en el anillo. Sebastián miró entre nosotros, luego presionó un suave beso en mi frente. -Les daré un momento. Entonces, se alejó. Carlos se acercó, su voz fue baja e insegura. -;Cómo has estado? Incliné la cabeza. Bastante bien. ;Y tú? -Sobre Valentina -comenzó Carlos, su voz apenas era más fuerte que la nieve que caía a nuestro alrededor-. Descubrimos la ---- verdad... poco después de que te fuiste. Intenté contactarte, pero Sebastián.. -Lo sé -lo interrumpí suavemente-. Él me lo dijo, fui yo quien le pidió que no les permitiera contactarme. Encontré su mirada, con una tranquila y firme. -Creo que ya nos hemos dicho todo lo que necesitaba ser dicho. Asintió lentamente, con el arrepentimiento grabado profundamente en las líneas de su rostro. -Lo siento, Sofía. Pensé que estaba haciendo lo correcto, nunca me di cuenta de que era yo quien te estaba lastimando. -Está bien -dije con una pequeõa sonrisa- olvidado la mayor parte. . De todos modos, he Carlos se rio suavemente, limpiándose las lágrimas que derramó antes de poder detenerlas. -; Cuándo es la boda? ;Podemos ir? Miré el anillo, e! diamante captaba la luz como si se riera de la pregunta. Luego lo miré y sonreí, diciendo de forma suave, pero definitiva. -No creo que deban. Me estoy casando con un Morales, así que deberíamos mantener nuestra distancia. -Claro... -asintió, con una sonrisa tenue, pero no amarga-. Solo... sé feliz, Sofía. Prométemelo. -Lo seré. -Me di la vuelta para irme, luego me detuve-. Tú también, sé feliz. ,De acuerdo? Sebastián no dijo nada hasta que estuvimos de vuelta en el coche. Tenía una manera de observarme sin presionar, de esperar hasta que estuviera lista. ---- Luego, casualmente, como recitando los titulares del día, me contó lo que les había pasado a los hermanos Vásquez. Carlos perdió el control del negocio familiar; afos de errores, paranoia y culpa, lo consumieron hasta que prácticamente enterró las Empresas Vásquez. Luis desarrolló un trastorno mental, lo suficientemente grave como para que ahora viviera bajo tratamientos con drogas y medicinas fuertes, apenas tenía momentos de lucidez, a veces nada en absoluto. Diego se volvió alcohólico, un alcohólico total. Siempre estaba enojado, era desordenado, y se veía destrozado. iY Valentina? La echaron poco después de que me fui. Se mezcló con un grupo de matones, quedó embarazada, después perdió al bebé y finalmente, todo. Nadie la habia visto desde entonces, decían que desapareció. Cuando Sebastián terminó, no dije ni sentí nada. Nitristeza, ni ira, solo... nada. Ya no eran parte de mí y no los odiaba, pero tampoco me importaban.