---- Capítulo 8 Miré fijamente el veredicto en mis manos, apenas creyendo lo que estaba leyendo. Mi vestido de seda, que era un regalo de Emma, azul profundo con hilos plateados que hacían juego con el colgante de Marcos, crujió mientras mis manos temblaban. -La Manada Sombra de Tormenta será integrada al Territorio de Luna de Sangre -me explicó Alejandro, con su autoridad de Alfa 1Ilenando la habitación-. Será una fusión completa. Sus tierras, sus recursos, todo. - Nunca aceptarán -Tle dije, aunque la esperanza centelleó en mi pecho. Las gemas que Emma había entrelazado en mi cabello captaron la luz, un fuerte contraste con los harapos que había usado en aquel sótano. La sonrisa de Alejandro era depredadora. - No tienen opción. Controlamos sus territorios de caza y sus rutas comerciales. Si rechazan, morirán de hambre, y su manada perecerá. Emma apretó mi mano, su propio atuendo igualmente majestuoso. -Hay más. Alejandro Ilevará la evidencia del asesinato de Marcos al Consejo de la Manada la ---- próxima semana. - REl juício formal será entonces - afiadió Alejandro - . Te Ilevaremos en el helicóptero de la manada. Deberías presenciar cómo se hace justicia por tu hijo. Toqué el colgante de Marcos, ahora engarzado en oro puro. -Sí, lo haré. Las cámaras del Consejo se alzaban sobre nosotros, antiguas paredes de piedra grabadas con runas de lobos. Al aterrizar, un aroma familiar me golpeó. Era un aroma agrio. Sara corrió hacia nosotros, con Jamie siguiéndola. Ambos estaban sucios, con sus ropas desgarradas tras meses de exilio. El cabello de Sara, alguna vez perfecto, colgaba en mechones enmarafiados. El rostro de Jamie estaba demacrado, con su medallón de Beta desaparecido desde hace tiempo. Me tensé, mis botas de cuero a medida moviéndose sobre el mármol, pero Sara cayó de rodillas ante mí. - Por favor - suplicó, agarrando mi vestido con sus manos manchadas de tierra-. Perdona a Raúl. Toma el territorio, toma todo, pero no dejes que lo encarcelen. ---- Los guardias la apartaron, pero ella seguía suplicando. Sus ropas de disefiador habían sido reemplazadas por harapos, sus ufias cuidadas ahora estaban rotas y cubiertas de barro. -iÉl amaba a Marcos! jSolo estaba tratando de protegernos, pero amaba a su hijo! Una ola de cedro mezclado con alcohol me golpeó. Raúl salió tambaleándose del edificio del Consejo, apenas reconocible. Su apariencia, alguna vez orgullosa se había desmoronado. Los trajes a medida que usaba fueron reemplazados por una ropa arrugada que colgaba de su cuerpo. Sus ojos estaban apagados, inyectados en sangre por el vino de acónito. Sus mejillas estaban hundidas, sus manos temblando. Cuando vio a Sara, su rostro se retorció de odio. - Aléjate de ella -grufhó, su voz ronca-.iNo has hecho ya suficiente? Sara retrocedió, jalando a Jamie detrás de ella. El niho que una vez atormentó a mi hijo ahora se encogía como una presa. ---- Los ojos de Raúl se encontraron con los míos, y por un momento, vi a la pareja que alguna vez amé. Su mirada me recorrió, dándose cuenta de mi transformación. Pasé de ser su pareja abusada que había dejado en un sótano a la poderosa sanadora en que me había convertido. -Luz... -Se balanceó ligeramente, con olor a derrotado- . ;Estás bien?
