---- Capítulo 8 El coche iba rápido. Alejandro mordía sus labios, estaba muy nervioso y sus ojos estaban fijos en la carretera. Quería decirle que no necesitaba ir tan rápido, que no tenía prisa alguna por Ilegar. Al instante, Alejandro, como si pudiera oir mi pensamiento, redujo poco a poco la velocidad. Él sonrió y dijo: -Ya casi Ilegamos, Camila, ztienes miedo? En sus ojos había una emoción que no lograba entender. Sacudí un poco la cabeza: No tengo miedo. -Qué bueno que no tengas miedo, Camila. En la próxima vida, no te metas en situaciones así otra vez. Me quedé paralizada por sus palabras, abrí la boca y dije sin sonido: -Está bien entonces. El auto se detuvo junto al mar. * Alejandro tardó en bajarse del auto. É| sostenía el volante, con las manos temblando sin cesar. Ambos sabíamos que, al bajar del auto, sería la despedida real. Puse mi mano temblorosa sobre su dorso, sabía que é| no podía sentirlo, pero aún así quise hacerlo. Alejandro sonrió con tristeza: ---- -Bájate. Él se quitó el collar del cuello. La cadena sostenía un frasco de vidrio, dentro del cual estaban mis cenizas. Yo caminaba sin prisa junto a Alejandro en la playa, uno detrás del otro. Él tenía con tristeza las manos en los bolsillos y una sonrisa constante en su rostro. Miré cómo la parte transparente se hacía cada vez más grande, y me detuve por un momento junto a una roca. -gAqui está bien? Acepté. -Está bien, aquí. Alejandro abrió el frasco de vidrio y vertió las pocas cenizas en su mano. Luego, con fuerza, las arrojó al mar. É gritó: -iCamila, por fin estás libre! Una suave brisa se Ilevó mis cenizas hacia las insondables profundidades del mar. Alejandro y yo nos miramos y sonreímos. Finalmente, yo estaba libre. ---- -ijAlejandro! Un grito de furia resonó a lo lejos. Sebastián, con los ojos enrojecidos, corrió tambaleándose hacia mí. -iAlejandro, devuélveme las cenizas de Camila! Te lo ruego, devuélvemela. En el tribunal, solo le eché un vistazo rápido a Sebastián. Ahora, al acercarse, me di cuenta de lo demacrado que estaba. Las ojeras debajo de sus ojos parecían de días sin dormir, sus ojos estaban lIlenos de venas rojas. Su rostro estaba pálido, como si hubiera salido en ese momento del hospital. Él sollozó: -çAlejandro, acaso arrojaste las cenizas de Camila al mar? ;Acaso la has abandonado? Alejandro le dio un fuerte pufietazo a Sebastián: -EI que la abandonó fuiste tú, tú, Sebastián. ;No ibas a casarte con Isabela? ;No odias acaso a Camila? Sebastián tosió sangre, sacudió la cabeza y dijo: -No voy a casarme con Isabela, solo quería hacer enojar a Camila. -iHacerla enojar? Tu forma de hacerlo es bastante especial, casándote con otra para molestar a tu esposa! Sebastián, eres realmente asqueroso. Sebastián no sabía en ese momento cómo responder, o quizás no ---- podía, porque lo que decia Alejandro era un hecho. 'Aunque esa boda solo habia sido una terrible venganza contra Isabela, al principio, había tenido esa ligera intención. Si no hubiera muerto, creo que habría sufrido muchísimo por esa boda. Sebastián yacía inerte en la playa, murmurando una y otra vez mi nombre. Observé mi cuerpo volviêndose cada vez más transparente y sentí un alivio en mi corazón. Alejandro le dio dos pufietazos más a Sebastián. De repente, se volvió hacia mí. Esa mirada contenía una despedida y un alivio infinito. Sonreí, y Alejandro también sonrió. Él se rió en voz alta. Eso atrajo la atención de Sebastián. Sebastián siguió su mirada hacia mí, pero no pudo ver nada en lo absoluto. De repente, empujó a Alejandro y preguntó con desesperación: -iLo viste? ;Dónde está Camila? jAlejandro, dímelo, ; dónde está Camila? Buscó desesperado por todas partes, pero no encontró nada. Alejandro sonrió con resignación: -Sí, la vi. Desde el día que corriste a mi casa a buscarla, he podido ---- verla. Siempre ha estado a tu lado, ;no lo notaste? Sebastián quedó aturdido, miró a Alejandro sin comprender sus palabras. -En tu boda con Isabela, ella también estuvo presente. Cuando esparciste sus cenizas, ella lo vio. Sebastián, todo lo que hiciste, Camila lo vio. Sebastián pareció recibir un golpe devastador y su emoción colapsó por completo. i Dónde está ella? Alejandro se rió despectivamente y levantó la mano sefialándome. -Ah está, pero pronto desaparecerá. Sebastián, nunca volverás a verla. Por cierto, Camila te dejó un breve mensaje. Dijo que te odia y que se arrepiente en el alma de haberte conocido. Alejandro me miró con una expresión de disculpa; sas palabras no las habia dicho yo, pero no lo culpé. Sabía que solo queria ayudarme a castigar a Sebastián Sonreí, mirando con desprecio a Alejandro, con el corazón lleno de bendiciones para él. Alejandro, espero que, en el futuro encuentres paz y felicidad. Adiós. En mi último instante de existencia, vi a Sebastián gritar mi nombre mientras corría tambaleándose hacia el mar. Alejandro se quedó sentado allí en la playa, sin detenerlo ni intentar salvarlo. ---- Mis rencores con Sebastián se desvanecieron con él, al hundirse en el fondo del mar.