---- Capítulo 7 Punto de vista de Carlos No sabia qué demonios me había poseído. Debí haber tenido la mirada fija en Alexandra, en la mujer a la que decia amar, en el futuro que afirmaba querer. Pero por más que lo intentaba, mi mirada siempre se desviaba hacia ella. Hacia Isabel. Sí, había renacido. Me habían dado una segunda oportunidad. En mi primera vida, me había casado con Isabel, pero no por amor, sino por obligación. Una aventura de una noche se convirtió en una vida que nunca pedí, porque ella quedó embarazada, así que me casé con Isabel, aunque lo resentí cada segundo. Esa fue la razón por la que hui La dejé el día que dio a luz a Leo, nuestro hijo, y me refugié en los brazos de Alexandra. Y por un tiempo, pensé que por fin era libre. Pero cuando Alexandra desapareció después de nuestro regreso, sentí que mi mundo se derrumbaba. Cuanto más miraba a Isabel y a Leo, que representaban la vida que no quería, más los odiaba por existir. Un aíio después de la desaparición de Alexandra, fingí un accidente de coche. Cuando el vehículo chocó con el separador de la autopista, tomé una decisión. Encerré a Isabel y a Leo dentro, luego me alejé. Vilas Ilamas devorar todo lo que alguna vez fue mi famiília Y entonces... desperté. De vuelta en el tiempo, a la noche en que todo cambió, el ---- cumpleaios de Isabel. La noche en que su hermano me emborrachó y me empujó a su habitación como si fuera un regalo envuelto en whisky y arrepentimiento. Pero esta vez... ella no me tocó, ni durmió conmigo. En su lugar, llamó a Alexandra. Pensé que era perfecto, tenía una hoja en blanco, una segunda oportunidad con la mujer que creía amar. Pero algo empezó a cambiar; cada vez que veía a Isabel, algo se retorcia en mi estómago. Una tensión que no podía nombrar, un dolor que no podía ignorar. Me dije que era ego, que solo queria lo que no podía tener. En la vida pasada, era Alexandra quien se me escapó. En esta vida... era Isabel quien se me escapaba de las manos. -Es mejor que cancelemos la boda, Alexandra -dije en voz baja, mirando a la mujer que una vez creí que lo era todo para mí. Ella me miró, pestafieando, con los labios entreabiertos, pero no me quedé para explicarle nada más. Mis ojos se posaron en Isabel, estaba al otro lado de la habitación, segura en los brazos de Kai Diaz, quién tenías las manos en su cintura como si ya fuera suya, como si la mereciera. Me di la vuelta y me alejé. -iEspera, Carlos! -la voz de Alexandra resonó, aguda y temblorosa -. jEstoy embarazada! El aire a nuestro alrededor se fracturó. Todo se detuvo. Damián. Kai. Incluso Isabel. También me quedé paralizado, pero me obligué a girar lentamente. ---- -é Qué... acabas de decir? -mi voz ni siquiera sonaba como la míia. Alexandra dio un paso adelante, con los ojos abiertos y la mano extendida. -Dijiste que te harías responsable. Aquella noche... no usamos protección. Carlos, estoy embarazada. Sonrió, como si esperara que me alegrara -No estás contento? -susurró-. Siempre dijiste que querías formar una família conmigo. cContento? Debí haberlo estado. Eso era todo lo que decía querer; la mujer que amaba, la família con la que sofiaba, y la segunda oportunidad por la que arriesgué todo. Pero lo único que sentí fue... molestia, una irritación sorda que crecía bajo mi piel éPor qué? iPor qué no era suficiente? iPor qué la idea de que Alexandra Ilevara a mi hijo me hacía sentir encadenado otra vez? Dejé que Isabel y Leo murieran por esa mujer, lo sacrifiqué todo. Entonces, ;por qué ahora la miraba y no sentía nada? Miré a Isabel, a la mujer a la que habia fallado en todas las vidas, y de repente, ya no sabía a quién intentaba salvar. Isabel y Kai salieron en una cita. Mientras tanto, yo Ilevé a Alexandra al hospital para su chequeo. La ironía no se me escapó. Cuando regresé a la mansión de Isabel esa tarde, no esperaba que ---- ya hubieran vuelto y definitivamente, no esperaba la escena que me recibió al entrar; ella estaba sentada en su regazo. No sentada con delicadeza, ni equilibrada con cortesía, sino directamente sobre é|, Además, reía con la cabeza echada hacia atrás, radiante, mientras Kai le susurraba algo al oído que le hizo darle un manotazo en el pecho y decir. -No te burles de mí, Kai. Eres un malvado. Y entonces, la besó. Allí mismo, con labios llenos, en una demostración de reclamo total. -Soy el peor -dijo Kai, lo suficientemente alto para que toda la habitación lo escuchara-, y lo sabes, sverdad? No lo decia para ella, lo decia para mí. Apreté la mandíbula. Un destello de algo ardió en mi interior. é Serían celos? Tal vez. Eran frios y punzantes. Dios, zasí era como solía verme cuando Alexandra y yo nos exhibíamos frente a Isabel? Qué repugnante, -Bueno, si vas a ser tan malo... -dijo Isabel, con la voz bajando de forma sugerente-, supongo que tendré que castigarte. Ven a mi habitación y te mostraré cómo. Kai se levantó y la tomó en brazos, sonriendo como el diablo. - Espero con ansias tu castigo, Isa. Pasaron junto a mí, sin siquiera parpadear. Yo solo me quedé allí, con los puõos apretados a los lados y cada nervio tenso, pero no dije nada, no pude decir nada. Estaba congelado, en algún punto entre la furia y el desamor. ---- Entonces, un recuerdo emergió, uno que no había pensado en afios. Ella tenía cinco aíios y yo diez. La primera vez que la vi, me persiguió por el jardín de los Marcellus, Ilamándome guapo, como si fuera la única palabra que supiera. Más tarde, empezó a usar mi nombre, Carlos, sonrojándose cada vez que lo decía, como si supiera demasiado dulce en su boca. Era obvio, incluso entonces, que la hermanita de Damián estaba enamorada de mí. Sin embargo, no le presté atención porque no era mi tipo; no era sexy, ni madura, no era un juego que valiera la pena jugar. Así que la dejé suspirar y la ignoré, porque era un imbécil. Aun así, ella siguió persiguiêndome, aíio tras aíio. A través de cada gesto frío, cada palabra descuidada, ella seguía regresando. Y cuando renací, todo en lo que podía pensar era en Alexandra, queria arreglar lo que creí haber arruinado, recuperar el amor que crei haber perdido, Nunca pensé que Isabel también podria haber cambiado, ya no me perseguia, ni se sonrojaba, ni me miraba como si yo fuera su mundo, reía en los brazos de otro hombre, susurraba bromas atrevidas y besaba a alguien que no era yo, estaba distante e inalcanzable. Exactamente lo que creía querer en mi vida pasada, hasta que lo conseguí. Y ahora, mientras estaba allí, junto a la mujer que creía amar, la que llevaba a mi hijo, todo lo que podía pensar era en el matrimonio que abandoné, en el hijo que dejé arder y la esposa a la que nunca amé de verdad. Y cuánto me destruyó verla siendo amada... por otro. ---- Isabel. Mi Isabel. iRealmente me había dejado ir en esta vida? Dios, ayúdame, creo que sí.