---- Capitulo 4 Permaneci sentada en la cama de la habitacion de invitados hasta las tres de la madrugada, sin escuchar ni un solo ruido proveniente de la habitacion de Carlos. Durante ese tiempo, usé el nuevo teléfono que Gabriela me habia comprado para buscar un apartamento en renta con buena seguridad. Apenas comenzaba a amanecer cuando sali de la mansién Martinez en completo silencio, descalza, con los zapatos en la mano. Al salir, me alarmé al ver a alguien recargado contra el auto de Carlos, distraido con su teléfono, y, por un momento, temi que fuera Carlos. Al escuchar mis pasos, el hombre alz6 la cabeza y miré en mi direccién, permitiendo que me invadiera el alivio al descubrir que era Miguel. Automaticamente, fingi que no pasaba nada, pasé de largo y me dirigi hacia la calle para tomar un taxi. Sin embargo, él me siguié. -{Sefiorita Diaz? -me llamé-. cEl sefior Martinez sabe que usted...? -{Podrias no decirselo a Carlos? -me apresuré a preguntar, conteniendo a duras penas mi ansiedad. Estaba tan cerca..., tan cerca de escapar. {Por qué justo tenia que encontrarme con él? -El sefior Martinez se preocupard -repuso Miguel, aparentemente confundido. ---- Negué con la cabeza y comencé a quitarme la chaqueta. Miguel retrocedié de inmediato, dandome la espalda con las orejas rojas. -Sefiorita Diaz, ,qué esta haciendo? No me importaba. Si podia vivir, ,qué importaba la vergiienza? Ese tipo de sentimientos ya me los habia arrancado Carlos. -EI no se preocupara por mi. Estas cicatrices son las que los secuestradores... bajo sus érdenes. Entonces, Miguel me mird. Bajo la chaqueta llevaba una camiseta blanca sin mangas que dejaba al descubierto los moretones, las marcas de latigazos en mis brazos y varias cicatrices en proceso de curacion. Pude ver la incredulidad en sus ojos. Esas heridas horribles iban més alld de su comprensién Miguel, por favor, déjame ir -supliqué, aprovechando su sorpresa, mientras me vestia con rapidez-. Si no lo haces... moriré. Era la primera vez que lo llamaba por su nombre. Antes lo llamaba « el perro de Carlos», de la misma manera que los secuestradores se referfan a mi. Miguel se qued6 sin palabras, mientras yo corria hacia la calle para tomar un taxi. Pero de pronto una mano grande me sujet, antes de retirarse como por reflejo, al notar que habia heridas bajo mi ropa. =No... -rogué, casi llorando. -A esta hora no encontraras taxi. Yo te llevaré -dijo Miguel con firmeza, apretando los dientes. Con sentimientos encontrados, volvi a subir al auto de Carlos, mientras Miguel apagé la cémara del vehiculo por precaucién. ---- -Aguanta, llegaremos pronto. Pensaba que me resistia a subir al auto de Carlos por miedo, y era cierto. Pero mientras pudiera escapar de Carlos y de los Martinez, cualquier incomodidad valia la pena Al llegar al complejo de apartamentos que habia elegido, le envié un mensaje al agente inmobiliario diciendo que queria mudarme de inmediato. Motivado por la comisién, aparecié temprano con el contrato y las llaves, recibiéndonos en la entrada con una sonrisa. Miguel, preocupado, me acompaiié a ver el apartamento. Era un loft amueblado que, aunque era pequefio, tenia todo lo necesario. -Ciento veinte metros cuadrados, es el apartamento més grande de nuestro complejo. Para usted, sefiorita Diaz, ya sea que viva sola 0 con su novio, es mas que suficiente. Miré a Miguel, quien permanecia en silencio, revisando el contrato. Pregunt6 sobre el agua, la electricidad y el aire acondicionado, confirmando que todo estuviera en orden, antes de entregarmelo. No sé por qué, pero confiaba en él. Quizds porque cada vez que me sacaba de la oficina de Carlos, soportaba mis patadas y golpes con buen humor, o, tal vez, porque, siguiendo érdenes de Carlos, me encontraba en los bares y golpeaba a los hombres que intentaban propasarse conmigo. Sin pensarlo dos veces, firmé el contrato y le entregué mi tarjeta bancaria al agente, quien la pas6 por un datdfono, lanzandonos un par de halagos a Miguel y a mi, antes de marcharse feliz. Al quedarnos a solas, Miguel parecié verdaderamente incémodo. -Sefiorita Diaz, debo irme.