---- Capítulo 11 Cuando escuché que Esteban había Ilegado, tanto la sonrisa de Lilia como la mia desaparecieron de inmediato. Dadas las habilidades que habia desarrollado desde que se convirtió en el Alfa de la Manada Sombra Lunar, no me sorprendió en absoluto que nos encontrara tan rápido. Acomodé mi vestimenta ceremonial de heredera de la Manada Luna Plateada; los adornos de plata tintineaban mientras me dirigia hacia la entrada del pueblo. Antes de Ilegar a las puertas, ya podía oir desde la distancia las voces burlonas de mis hermanas de manada: -gAsí que tú eres el hombre que eligió Otofio? A mí me parece completamente inútil. -iExacto! Ni siquiera se ve fuerte. Yo no le daría ni una segunda mirada. -Oye, si fueras a comprarlo, ;cuántas amatistas ofrecerias? -cAmatistas? Este tipo apenas vale diez cristales comunes de sanación. La voz sombria de Esteban se alzó entre las risas: -Un grupo de mujeres juzgando a los hombres... jel mundo está verdaderamente al revés! -No quiero discutir con ustedes. Llamen a Otofio. A mis hermanas no les cayó bien esa actitud. -iQué gracioso! ; Desde cuándo los hombres están por encima del ---- juicio? -éUn hombrecito que se sienta a tomar té se atreve a menospreciar a las mujeres trabajadoras que mantenemos a nuestras familias? Di unas palmaditas en los hombros de mis hermanas y avancé por el camino que abrieron para mií. -eQué haces aqui? Creo que dejé claro que no debíamos volver a vernos. -Dije con frialdad, No esperaba que Esteban se viera así, Tenía el rostro demacrado, con ojeras tan marcadas como si no hubiera dormido en días. Ya no se parecia en nada al joven perfectamente arreglado que recordaba. Esteban se acercó a mí, y para mi sorpresa, sus primeras palabras fueron de reproche: -Con este tipo de compaia te rodeas? z Estas arpías? -Con razón no has respondido mis Ilamadas en días. jEstá claro que ya te corrompieron! -No puedo permitir que tú y Lilia se queden aqui. Regresa conmigo. Extendió una mano para tomarme, pero mis hermanas me rodearon de inmediato con actitud protectora. Un círculo de bastones de hierro golpeó el suelo con un estruendo metálico: -gQué crees que estás haciendo con nuestra Otofio, hombrecito? -iRetrocede! ---- Me apoyé sobre el hombro de una de mis hermanas y respondi: - Esteban, yo crecí aqui. -Nosotras, las mujeres de Luna Plateada, aprendemos desde nifias a ser independientes y autosuficientes, -Heredamos una larga historia de una sociedad de clanes matriarcales. -Te aconsejo que no te acerques más. Mis hermanas no serán amables contigo. Esteban quedó atónito. La Otoo que conocia nunca le habria hablado así. Hablé con impaciencia: -eViniste hasta aquí solo para decirme eso? Esteban negó con la cabeza. Tras una larga pausa, forzó las palabras como si le dolieran fisicamente: -Vine a pedirte perdón. -Otoão, me equivoqué. Te amo. Regresa conmigo. Construyamos una vida juntos otra vez. Cuando terminó, levantó la cabeza y me miró con absoluta certeza. Certeza de que lo perdonaria. Certeza de que me iría con él. Una ola de absurdo me invadió. Reíi con frialdad. -; Qué? -De verdad crees que volvería contigo? ---- El círculo de mujeres a mi alrededor se cerró con más firmeza.
