---- Capítulo 12 Casi me reí hasta quedarme sin aliento. Cuando volví a erguirme, mi rostro se volvió inexpresivo y mi mirada tan fria como el invierno. -Esteban Monteverde, me das un asco profundo. El hombre se quedó paralizado, con los ojos Ilenos de incredulidad. -éQué... qué dijiste? -Dije que me das asco, Esteban Monteverde. Esteban se enfureció de la vergienza y avanzó hacia mí con agresividad, pero los brazos firmes de mis hermanas lo empujaron hacia atrás sin esfuerzo. -Ya te pedí perdón. ; Qué más quieres de mí? -Soltó, irritado. -lbas a decir que solía... No terminó la frase, pero yo entendí perfectamente a qué se referia. Salí del círculo protector de mis hermanas y le di una bofetada con toda mi fuerza. Su rostro mostró una vez más esa expresión de asombro incrédulo. Reí con frialdad: -élba a qué? ;Amarte tanto? ; Perdonarte cualquier cosa? -Sí, alguna vez te amé profundamente. Lo suficiente como para dejar la Manada Luna Plateada y marcharme a Sombra Lunar. -Incluso seguí amándote mientras veía cómo compartias tu vida con Victoria. ---- -Pero Esteban, el amor de nadie es infinito. Incliné ligeramente la cabeza, mirándolo con burla. -éQué te hace pensar que puedes apoyarte en mi amor para herirme una y otra vez? -Por qué crees que después de romperme, un simple "te amo" bastaría para que vuelva corriendo? -Y qué te hace pensar que después de desgastarme tantas veces, todavía te amo? Mis palabras lo obligaron a retroceder paso a paso, hasta que finalmente cayó al suelo. Fue entonces cuando se dio cuenta, con verdadera claridad, de que el amor que alguna vez brilló en mis ojos ya no existía. Solo entonces entró en pánico, suplicando una y otra vez: -Lo siento... Otoãio... lo siento... por favor, perdóname, Observé sus ojos Ilenos de lágrimas sin que algo se moviera dentro de mí. Sin emoción, pronuncié las palabras más definitivas: -No me pidas perdón. Verte ahora solo me produce repulsión absoluta. -Esteban, la chica que alguna vez te miró con ojos Ilenos de amor murió. Murió durante esas incontables noches en que me sentaba sola hasta el amanecer. -No voy a perdonarte en nombre de la que fui. Mereces vivir con culpa eterna, siendo atormentado cada noche por lo que hiciste. ---- Lágrimas ardientes rodaron por el rostro de Esteban. Su piel se tornó pálida, y sus labios se abrieron y cerraron varias veces, incapaz de articular palabra. Finalmente, se puso de pie con dificultad. -Entonces... Lilia... -Lilia es mi hija. Según la tradición de Luna Plateada, Ilevará mi apellido. Se Ilamará Lilia de Plata. -Tendrá tíos, y algún día, un nuevo padre. -Nada de eso te incumbe ya. La amatista que sostenía en su mano perdió todo su brillo, su luz púrpura se apagó hasta volverse gris.