Capítulo 28: ???? ???? ???? ???? ???? Ángela pasó el día en la cama, una vez más. Parecía que no podía tomarse un respiro; ¡Cada dos días le ocurría algo negativo! Pensó en lo ocurrido la noche anterior. En retrospectiva, debería haber adivinado que Stella volvería a intentar algo así, pero le sorprendió que hubiera llegado tan lejos como para dr%garla. ¿Qué quería siquiera de ella? ¿Ángela habría ido igualmente si hubiera sabido que Stella iba a dr%garla? ‘No’, pensó Ángela. El riesgo de exponerse era demasiado grande. Los cielos le habían dado otra oportunidad en la vida, y ella no quería arruinarla si su secreto llegaba a salir a la luz. La otra cosa que la motivaba a guardar su secreto con sumo cuidado era Drake. Al principio, Drake parecía un bastardo frío y sin emociones, similar a lo que ella había oído hablar de él en su vida pasada. Sin embargo, cuanto más lo conocía, más atraída se sentía hacia él. Tenía un lado suave, aunque sólo salía de vez en cuando. Ángela pensó en todos los sucesos que le habían ocurrido en los últimos días. En cada caso, Drake la había salvado. Había sido amable y compasivo con ella. La había levantado y acunado cuando no podía caminar. Había atendido sus heridas y se había quedado con ella cuando estaba enferma. Ángela sintió un vuelco en el corazón cuando pensó en Drake siendo tan cercano y tierno con ella. ¿Qué había cambiado en él? ¿Por qué se mostraba tan cariñoso con ella? ¿Era algo que Cielos le había concedido? ¿Otra oportunidad en el amor, quizás? ¿Era esto parte de su nueva vida? Ángela suspiró satisfecha. No se quejaría si pudiera tener a Drake para ella sola. Podía imaginarse una vida con él, eso si Stella y Nathan le daban alguna tregua, puso los ojos en blanco. Drake odiaba cuando alguien no le tomaba en serio. Sin embargo, eso ocurría en contadas ocasiones desde que se había hecho cargo del negocio familiar. La mayoría de la gente le echaba un vistazo a el rostro y le tomaba en serio. Si no lo hacían, bueno, seguro que lo hacían después de que Drake les diera una lección. No era fácil dirigir uno de los mayores imperios empresariales de Harbour. Hizo falta sudor, sangre y atreverse a decir lágrimas para llegar al punto en el que se encontraba ahora. Durante ese tiempo, no tuvo tiempo extra para dedicárselo a nadie más. Claro que tuvo su buena ración de aventuras de una noche. Después de todo, era un hombre y tenía necesidades, y cuando mujeres hermosas se le echaban encima, ¿Quién podía culparle? Sin embargo, no había encontrado a ‘la elegida’. Nunca había sentido nada por ninguna de esas chicas, aparte del puro deseo lujurioso de se%o. Volvió a recordar a la chica del hotel; seguro que fue uno de los mejores polvos que tuvo en su vida. Le gustaba crudo y áspero, y algo en los g$midos y quejidos de la chica no hacía más que espolearle. Había perdido el control aquella noche, admitió avergonzado. Normalmente, le gustaba complacer a la chica tanto como ellas le complacían a él. Sin embargo, esa noche, un instinto animal y no adulterado se apoderó de él. En su mente sólo pensaba en empujar con más fuerza. Si tan sólo supiera quién era esa chica… Drake volvió a pensar en Angelo. Eso sí que era un enigma en sí mismo. Nunca le había prestado atención a su hermanastro. Claro, sabía que sus otros hermanos no lo trataban bien, pero eso no era suficiente para llamar su atención. Desde hacía unas semanas, parecía que alguien había cambiado dentro de Angelo, parecía que era una persona nueva. Sus ojos parecían más brillantes y fuertes; su personalidad también parecía más fuerte. Siempre que le miraba a los ojos y escuchaba su voz, le parecía estar hablando con alguien conocido. Sin embargo, no podía saber de dónde procedía esa sensación. Después de todo, había vivido con él casi toda su vida. Sus puños se cerraron al pensar en todo lo que había pasado a manos de Nathan y Stella Hill. Conocía a los hermanos de antes; lo que no podía imaginar era lo patéticos que serían para atacar a alguien repetidamente. También a un miembro de la Familia Thorne, ¡Adoptado o no! Había que darles una lección, así que le había pedido a Aiken que llevara a Nathan a su despacho. «Señor Thorne, el Señor Hill está aquí», interrumpió Aiken sus pensamientos justo a tiempo.