---- Capítulo 8 Me di cuenta de que siempre había sido una loba Alfa, pero de alguna manera, mi verdadera forma había estado oculta- reprimida por algo o por alguien. Solo en el momento de la muerte se liberó todo mi potencial, rompiendo las cadenas que habían mantenido cautiva mi naturaleza. Y ahora, frente a Valeria, dejé que viera ese poder en su totalidad. No más esconderme. No más someterme. -Transformate. - Ordené. El tono Alfa de mi voz hizo que no sonara como una simple petición. - Muestra a todos cómo se ve tu loba Gamma al lado de una verdadera Alfa. Valeria temblaba, atrapada entre el miedo y la rabia. Por un momento, creí que se negaría. Pero con un gruífiido desafiante, cambió a su forma Gamma. Incluso con la mejora de mi elixir, su loba se veía más pequehia ahora, menos impresionante junto a mi forma Alfa. La diferencia era evidente e irrefutable. -Ahora. -Gruhfí. -Terminemos lo que empezamos. ---- Levanté el labio en una sonrisa, y liberé mi presión Alfa. Mi voz fue suave, pero bastó para que Valeria rompiera en llanto allí mismo. - Adiós, ladrona. Hundílos colmillos en su cuello con un solo movimiento. Su forma Gamma, aunque mejorada, no pudo moverse ni un centímetro bajo la presión de mi poder Alfa. El dolor se extendió por todo su cuerpo casi al instante. Cayó al suelo, impotente, los ojos 1Ilenos de lágrimas, aún suplicando: -Ale... Me equivoqué... me equivoqué... jáh! Valeria soltó un grito desgarrador, y luego no pudo pronunciar ni una sola palabra más. Cuando estuvo al borde de la muerte, solté su cuello, mi tono fue casi amable. -PValeria, el elixir de mejora Gamma, el de velocidad, el ancestral... todos los preparé yo. éPor qué funcionaron solo contigo? éPor qué quienes los bebían se sometían a ti? ---- -Te doy una oportunidad. Responde bien y vivi Responde mal... y morirás. Usé mi poder curativo para aliviar el dolor de sus heridas, lo justo para que pudiera hablar algunas frases. El rostro de Valeria estaba surcado por las lágrimas. Apenas recuperó algo de fuerza, habló con desesperación: - TFue... fue Ricardo... Cuando éramos pequefias... éL... intercambió nuestro destino, así que... Sonreí y aplaudí suavemente. Así que eso era. La esposa de Ricardo descendía de brujas, y conocía magia negra capaz de intercambiar destinos. Todas mis dudas se disiparon al instante. Levanté la vista hacia Ricardo, que estaba a unos metros. Ya temblaba de pies a cabeza, el rostro desfigurado por el terror, casi lo suficientemente asustado como para arrodillarse ante mí. Mostré los colmillos y me lancé hacia él con fiereza. ---- En un instante, ya estaba frente a él. Ricardo se arrodilló temblando. El horror se reflejaba en su rostro envejecido mientras intentaba suplicar por su vida. -Alejandra, no... no... Gamma, por favor... j perdóname! Disfruté observándolo llorar y rogar. Mi ánimo era excelente cuando levanté la pata y lo aplasté contra el suelo. Mis colmillos rozaron su cuello. No podía dejar de temblar. Ricardo negaba con la cabeza una y otra vez, los ojos suplicantes. - Al menos... por todo lo que te ensefié... perdóname... Bajo su mirada suplicante, negué con firmeza. -No. Mordí con fuerza, y dejó de respirar al instante. Al mirar hacia atrás, el campo de entrenamiento estaba completamente en silencio. ---- Poco después, alguien rompió el silencio con un grito de admiración: -iFelicidades, Gamma! Una voz se unió a otra, y pronto estuve rodeada por la manada. Valeria, con su última pizca de fuerza, se arrastró hasta mis patas. Su voz era débil: -Felicidades... Gamma... Desde ese día, me convertí en la loba con la mayor capacidad de combate de toda la manada. Todos me trataban con respeto y admiración. Valeria fue arrojada al pozo de plata, su cuerpo entero corroído por las quemaduras del metal. Y en mi tercer aho como Gamma, el Alfa actual me eligió como su sucesora. Me convertí en la Alfa más respetada de la manada. Y por todo el territorio se esparció la leyenda de cómo había entrado sola al territorio de los lobos renegados y había renacido como loba Alfa. ---- La reunión de esa noche fue como ninguna otra. De pie sobre la roca ceremonial, observando a los miembros de mi manada- mi familia- sentí una plenitud que jamás imaginé posible. Ya no sería falsamente acusada. Ya no moriría entre gritos, preguntándome qué hice mal. La pesadilla de mi vida anterior se había hecho aficos, y en su lugar, tenía un futuro que podía moldear con mis propias garras. Los ancianos se acercaron uno por uno, inclinando la cabeza en senial de respeto. Incluso aquellos que alguna vez creyeron en las mentiras de Valeria, ahora juraban lealtad sin dudar. - Alfa Alejandra. -Me llamaban, aunque la ceremonia oficial aún tardaría tres aos. Camila, quien había combatido contra Valeria en la selección, se acercó al final. Sus heridas habían sido tratadas, pero aún caminaba con cautela. - Siempre supe que había algo especial en ti. -Dijo en voz baja. -Pero ser Alfa... eso lo explica todo. ---- Asentí, aceptando sus palabras sin orgullo ni arrogancia. No se trataba de superioridad. Se trataba de justicia. Esa noche, mientras la luna se alzaba sobre nuestro territorio, me transformé en loba Alfa y corrí por el bosque que me había visto morir... y renacer. Luna y yo nos movíamos como una sola, nuestras patas apenas tocaban el suelo mientras celebrábamos nuestra libertad. El falso destino que Ricardo y su esposa me habían impuesto se había roto. El hechizo que habían usado para intercambiar mi destino con el de Valeria se desintegró en el instante en que mi loba murió y volvió a nacer. Algunos podrían decir que mi venganza fue cruel, pero en el mundo de los lobos, la misericordia suele confundirse con debilidad. Valeria estuvo dispuesta a dejarme morir entre los gritos del pozo de plata. Ricardo me manipuló durante toda mi vida. No me robaron solo un puesto o poder-me robaron la identidad. Yal final, la verdad prevaleció. No fue gracias a ---- elixires, ni a pociones, ni a hechizos. Fue gracias a la ley más antigua del lobo: fuerza, coraje y la voluntad de sobrevivir contra todo pronóstico. A medida que la leyenda de mi transformación se extendía por la manada y más allá, me aseguré de que todos conocieran la verdad. Quería que supieran que, a veces, uno debe enfrentar la muerte para empezar a vivir de verdad. Y que, en ocasiones, el único camino hacia adelante es atravesando el miedo más oscuro. Y en mi caso, ese miedo se convirtió en mi mayor fuerza.