---- Capitulo 10 Ivy se agarré el vientre de repente y grité. -jMe duele tanto... bebé... no asustes a mami. Su voz sonaba estridente y teatral, era la misma actuacién que habia dado docenas de veces antes. Alli iba otra vez. Diego la miré con ojos muertos y el rostro completamente inexpresivo. Ya no quedaba rastro del hombre preocupado y desesperado que solia correr a socorrerla. ~;...Diego? -Ia voz de Ivy tembl6 al ver su expresién fria-. ;No vas a ayudarme? El se burlé y simplemente se tapé los oidos mientras se ponia de pie. -Sigue actuando -dijo con frialdad-. Tal vez, alguien mas te crea. Bajo las miradas aténitas de todos, se dirigié hacia la puerta furioso. -Diego, gad6nde vas? -le grité su padre. Se detuvo en el umbral, sin darse la vuelta. -A buscar a la Unica persona que realmente importa. Salié como una tromba sin mirar atrds, dejando a Ivy todavia agarrandose el vientre en el suelo. Lo més importante para Diego era encontrarme rdpidamente, antes de que pudiera escaparme de él otra vez. El horario de Mateo era preciso hasta el minuto. ---- Habja planeado cada detalle de nuestra velada como una operacién militar. Justo después de elegir los anillos de boda, me arrastré apresuradamente a la boutique de vestidos de alta costura. -Mateo, mas despacio -protesté mientras practicamente me arrastraba por el centro comercial-. La gente nos esté mirando. -Que miren -dijo con fitmeza~. Vas a ser su reina, es mejor que se acostumbren a verte. Me desplomé en el sofé de terciopelo de la boutique y gemi. - Mateo, ya esta oscuro. No me puedo probar los vestidos mafiana? Se desabroché la chaqueta del traje con una mano, arqueando una ceja. -Absolutamente no. La determinacién en su voz me hizo levantar la vista. (Por qué tanta prisa? Ahora tenemos todo el tiempo del mundo. Mateo se senté a mi lado, tomando mis manos entre las suyas. No, no lo tenemos -dijo con seriedad-. Cada segundo que nos retrasemos es otra oportunidad para que él trate de hacer alguna estupidez. Frunci el cefio. ~gDiego? No puede hacer nada, ya estamos unidos. -Los hombres como Diego no aceptan la derrota con gracia -dijo Mateo sombriamente-. Temo que si nos demoramos, algo pueda salir mal. Me ref sin poder evitarlo. -¢Parezco tan poco confiable? Ya completamos el marcado. Eso no te da algo de seguridad? ---- Mateo estudi6 mi rostro intensamente, como si memorizara cada detalle. Luego, neg solemnemente. -No. Su honestidad era tan encantadora como frustrante, por lo que agarré un cojin decorativo y se lo lancé. -iEres imposible! Lo atrapé suavemente y usé el impulso para levantarme, presionando un beso rapido en mi frente. =Ni se te ocurra escaparte, ve a probértelo. -Estd bien -suspiré dramaticamente-. Pero si ese vestido es horrible, te voy a echar la culpa. -Confia en mi -dijo Mateo suavemente-. He estado imaginandote con él durante dos afios. Las asistentes de la tienda se movian alrededor, preparando el vestido con un cuidado reverente. Cuando finalmente me llevaron al probador, jadee. El vestido era impresionante: la tunica ceremonial tradicional de la reina tenia intrincados bordados plateados que parecian brillar con luz propia. Cuando la asistente corrié lentamente la cortina, fuera del probador sibitamente queds en silencio. Sali usando la tunica ceremonial tradicional de la reina, viendo a Mateo quedarse paralizado en su lugar. Su boca se abrié ligeramente, su nuez de Adan subia y bajaba ---- violentamente mientras tragaba con dificultad. -{Mateo? -pregunté con incertidumbre-. Te gusta? No parecia poder formar palabras. Sus ojos recorrieron cada centimetro del vestido, luego regresaron a mi rostro. -Estés... comenz6, pero su voz se quebré-. Estds perfecta. Se acercé con voz ronca y me abrazé gentilmente, cuidando de no arrugar la delicada tela. -Cuando compré este vestido hace dos afios en la subasta de Bellavista, no dejaba de imaginar lo hermosa que te verias uséndolo. Su confesién hizo que mi corazén se saltara un latido. -{Compraste este vestido hace dos afios? ¢Antes de que siquiera estuviéramos juntos? Las mejillas de Mateo se sonrojaron ligeramente. -Era optimista. Las asistentes de la tienda se taparon sus bocas y se rieron entre dientes, susurrando entre ellas sobre el roméntico rey alfa. Rapidamente enterré mi rostro ardiente en su pecho, avergonzada por la atencién. -Estas loco -murmuré contra su camisa. -Locamente enamorado de ti -concord6 facilmente. Justo entonces, la puerta de cristal fue abierta violentamente, con tanta fuerza que la campana de arriba casi se cayé. -iAléjate de ella!