---- Capítulo 3 Esa tarde, en las oficinas centrales del grupo empresarial. La notícia corrió como pólvora. Mariana había Ilevado a su hermana a la reunión del consejo directivo y había anunciado allí mismo la transferencia de sus acciones. -Mariana, me estás tomando el pelo? -Roberto, uno de los miembros del directorio, me apartó discretamente. -No estoy jugando -dije, firmando el documento-. Desde este momento, Viviana tomará mi lugar en las decisiones corporativas. Ella no podía contener la emoción, pero hacía todo lo posible por mostrarse humilde. -Mariana, yo... iNo encuentro las palabras! -No necesitas decir nada -repuse, pasándole los papeles-. Trabaja duro. Durante el regreso a casa, dejó caer la fachada -éPor qué estás haciendo esto? -Porque es lo que buscabas, .no? -Apoyé la cabeza contra el cristal del auto-. Mi marido, mi hija, mis bienes... saliste victoriosa. -Mariana, yo. -Hazme un favor -la interrumpí-, por lo menos delante de Camila, mantén la actuación. Es solo una nifia, necesita sentir que tiene una famiília unida. Esa noche, me quedé sola en el estudio arreglando mis pertenencias. ---- La sefora Carmen entró, al observar mi estado, se le Ilenaron los ojos de lágrimas. -Sefora. -Elimina todo esto -ordené, apuntando hacia los papeles sobre el escritorio, todas las evidencias de las maldades de Viviana-. Incinéralo todo. -Pero sefiora, con estas pruebas podríamos... -Camila necesita una figura materna. -Me enjugué las lágrimas-. 'Aunque no sea yo quien ocupe ese lugar. En la madrugada de mi último dí; incorporarme. , me era casi imposible El cáncer habia invadido cada rincón de mi organismo. Respirar se sentía como caminar sobre vidrio. Me observé en el espejo: demacrada, esquelética, con las ojeras profundas, -Faltan veinticuatro horas -»murmuré. Ese día se celebraba la fiesta de compromiso de Carlos y Viviana, No tenían paciencia para esperar más. Reuníi todas mis fuerzas para bajar. El salón estaba arreglado. Ella portaba un elegante vestido en tono champán, supervisando al personal doméstico mientras acomodaban los arreglos florales. -Mariana. Me volteé y distinguí a mis padres entrando. Llegaban vestidos de gala. Mi madre incluso se habia puesto el collar de zafiros que perteneció a la bisabuela. Era una joya destinada a ser mia. -Hija, actuaste de manera excelente. jAl fin diste muestras de ---- madurez! Durante todos estos afios siempre andabas en conflicto con tu hermana; tu papá y yo no sabíamos qué hacer -dijo mi madre sonriendo. -Así es -confirmó mi papá-. Desde chiquita Viviana ha sido dócil y considerada, no como tú, que siempre fuiste tan negativa. Ahora entendiste lo que significa ser hermana mayor. Al ver sus caras Ilenas de felicidad, sentí como si me atravesaran el alma. Durante toda mi vida, sin importar cuántos logros alcanzara, ante sus ojos jamás podría equipararme a la «dulce» Viviana. Me alejé de ahí, no soportaba escuchar ni una palabra más. La celebración dio inicio a las siete en punto de la noche. El evento reunió a una multitud selecta, lo más grande de la sociedad neoyorquina. Todos se mostraron asombro al encontrarme allí. Al fin y al cabo, presentarse en la fiesta de compromiso de tu propio esposo con otra mujer requeriría de « grandeza». -Mariana, de verdad decidiste venir -Carlos se aproximó, mostrando sentimientos encontrados. -Te di mi palabra de que estaría aquí -respondí, alzando una copa de champagne-. Mis felicitaciones para ambos. -Mariana... -Parecía estar a punto de afadir algo, pero Viviana apareció colgándose de su brazo. -Te agradezco que hayas venido. -Su sonrisa era encantadora, el anillo de brillantes en su mano izquierda resplandecíia: se trataba de un tesoro generacional de la família de Carlos, el anillo que por derecho me correspondia. -Estimados invitados -él alzó su copa--, les agradezco que nos ---- acompaien en esta celebración de nuestro compromiso. De manera especial quiero reconocer a mi... a Mariana, por su generosidad y buenos deseos. Los aplausos resonaron por todo el salón. Alcé mi copa y correspondí el brindis desde la distancia. -También debo expresar mi gratitud hacia mi hermana. -Viviana tenía la mirada empafiada-. Ella me ha obsequiado absolutamente todo: una famiília, mucho afecto y ahora el amor verdadero. No existe en este mundo alguien más dichosa que yo. Contemplando a esa pareja abrazada sobre la tarima, se me heló la sangre.
Tres días para morir: La mujer que aprendió a ceder - Chapter 3
Updated: Oct 24, 2025 5:27 AM
