---- Capítulo 8 Héctor dudó por un momento: - Y si le pido que aborte al bebé en secreto? Con una sonrisa sarcástica respondí: - PEres igual que siempre... un completo desgraciado. Sin mirar atrás, me subí al auto de Paola y cerré la puerta de un portazo. Poco después, mi abogado, el licenciado Chávez, me llamó para darme ánimo: - En los casos de divorcio, las segundas audiencias tienen un 70% de probabilidad de dictaminar la disolución. Tenemos muchas razones para estar seguros de esto, no tienes por qué preocuparte. Sonreí un poco y respondí: - Si en la primera audiencia se decide el divorcio, será lo mejor que le podría pasar a Héctor. - ê Qué quieres decir? - preguntó él, desconcertado. No respondí. Por supuesto, ya estaba planeando mi contraataque. ---- Esa misma noche, envié un PDF que había preparado desde hacía tiempo. El documento incluía toda la historia de cómo Héctor había comenzado su relación con Valeria, desde el primer día de su infidelidad hasta el presente. Eran 20 páginas llenas de pruebas contundentes. Subí el archivo a las redes sociales y a varios grupos de WhatsApp, y fue rápidamente reenviado por todos lados, creando un drama nacional. Pero no lo hice solo para divertirme. Firmé el archivo con una nota: [A todos los clientes que actualmente trabajan con Héctor Salinas, les recomendamos colaborar con la empresa de mi amiga Paola Fernández. Les garantizamos un descuento del 5% en todos los contratos.) La empresa de Paola era una de las más grandes de la región, y ofrecer ese tipo de beneficio era algo sin precedentes. En menos de una hora, los socios comerciales de Héctor comenzaron a retirarse. ---- Varios me llamaron para confirmar: -Sefiora López, lo que publicó en sus redes...fes verdad? - Por supuesto que lo es -respondí sin dudarlo. Esa noche, Paola y yo estuvimos negociando conlos nuevos socios hasta medianoche. Antes de dormir, Paola me tocó la frente y me advirtió: -Recuerda, esta vez no le tengas compasión. Nadie conocía mejor que Paola todo lo que había sacrificado por Héctor para que pudiera triunfar. Recordó cómo, en una ocasión, trabajé durante dos semanas sin dormir, hasta que un día perdí el conocimiento. Desperté tres días después en un hospital, donde una enfermera me dijo que había estado al borde de la muerte. Ellalo sabía mejor que nadie, sin mi ayuda, jHéctor no sería nadie! Sonreí y le respondí: - No te preocupes, no pienso tener compasión. Al ---- contrario, estoy disfrutando cada segundo. Paola se rio: - Así me gusta. Un mes después, Héctor apareció gritando como un loco frente al edificio de mi abuela: -iNatalia! jSal ya mismo! -iFuera! (Qué pasa, no te atreves a dar la cara? Mi abuela había salido a comprar verduras unos minutos antes, así que bajé con calma y me apoyé contra la puerta. -éQué quieres? Héctor se veía peor que nunca: barba descuidada, ojos hundidos y una expresión agotada. - PRobaste a mis clientes y arruinaste mi reputación con tus mentiras. éQuieres matarme? Natalia, siempre supe que eras mala persona, jpero esto supera todo! jCasarme contigo fue lo peor que me pudo pasar! Le sonreí con crueldad: - Solo retiré los recursos que yo misma aporté. (Acaso te molesta? - éDe verdad no puedes simplemente hacer las paces y ---- ya? Héctor me miró con furia. Me burlé. - éHablar de "hacer las paces" después de lo que hiciste? Lo miré y sentí cómo algo se revolvía en mi interior; cada gesto suyo me era insoportable. - Jamás. Héctor, jamás olvidaré lo que me hiciste después de parir. Esa herida no se cura. En la primera audiencia de divorcio, si hubieras aceptado, podrías haber salido con tu nombre en limpio. Pero elegiste humillarme en el tribunal. Ahora paga las consecuencias. Le di la oportunidad de hacer las paces, pero la desperdició. Héctor parecía más furioso que nunca, y por un momento pensé que iba a golpearme. Pero, de repente, cayó de rodillas y se golpeó a sí mismo con fuerza: -iPerdóname, Natalia! jFui un idiota, no debí engafiarte! Por favor, épodrías convencer a los socios de regresar? Sin ti no soy nada. No quiero volver a vivir así... Lo miré desde arriba, llena de desprecio, como viendo ---- una cucaracha. -êDe verdad crees que te perdonaría? Héctor, preferiría verte muerto. Héctor me miró con incredulidad, sus ojos negros brillaban con desesperación. En ese momento, Valeria Ilegó tambaleándose con su barriga, lIlena de pánico. Me miró firmemente como si tuviera miedo de que volviéramos. -iHéctor, levántate! Esta mujer es una víbora; siempre quiso destruirte. Héctor la apartó bruscamente. -iLárgate! jNo me toques! Valeria perdió el equilibrio y cayó al suelo, gritando de dolor, con la mano en su vientre. Una mancha roja comenzó a extenderse rápidamente por su vestido. Héctor se quedó paralizado por un momento, antes de correr hacia ella, Ileno de miedo.