---- Capítulo8 Eliana Sus ojos brillaban con algo que no logré descifrar: ;esperanza o locura? Dio un paso directo hacia mí, con los brazos extendidos, como si en realidad creyera que podía abrazarme, -No tienes idea de cuánto te he extrafiado -murmuró-. Me dijeron que te habías ido. Que habías muerto. Que ni siquiera había un cuerpo para enterrar. Como no respondí de inmediato, rebuscó de manera torpe en su bolsillo y sacó una foto vieja, gastada. Le temblaba la mano mientras la sostenía entre nosotros, como si tuviera algún significado, -Mira -susurró-. Nosotros. Antes. Éramos felices. ;No me extrafias, Eliana? Lo miré. |A este hombre que, en su momento, destruyó todo lo que yo era. Y no podía creer su atrevimiento. Tuvo la desfachatez de pararse aquí... Como si nada hubiera pasado. -gExtraarte? -Sonreí con amargura-. Déjalo ya, Érico. Tú y yo nunca estuvimos enamorados. Todo nuestro matrimonio se construyó sobre mentiras y conveniencia. Fue un simple contrato, no una conexión. Sus hombros se hundieron y suplicó. ---- -Por favor, no digas eso... -Cada palabra que dije es verdad -respondí, cruzando los brazos con fuerza sobre el pecho-. Estás aferrándote a una ilusión, no a un recuerdo. -Estaba equivocado -respondió con la voz entrecortada-. Sé que Ilegué tarde. Pero te amo con el alma, Eliana. Siempre te he amado Solo que nunca tuve el coraje suficiente de admitirlo. E Isabella, esa maldita astuta, lo tergiversó todo. Me mintió. Me manipuló a su antojo. Pero te juro que solo te queria a ti. Cuando Carlos me dijo que te habían secuestrado, quise morir. Yo... Casi morí. Sonrei con frialdad y le pregunté: -Sabes lo patético que suenas? Parpadeó, atónito. No se lo esperaba. -De verdad crees que una confesión a medias puede borrar el infierno que me hiciste vivir? ;Crees que puedes deshacer todo lo que hiciste? -Mi voz se tornó filosa y despiadada-. Ordenaste que esos desgraciados me acosaran. Entregaste a mi exprometido a Isabella como si yo no valiera nada. Me mandaste a prisión, cuando deberia estar celebrando que me salvé sola. Y tu hombre.. me atacó. Túlo sabias. Abrió la boca, pero no le di oportunidad alguna decir una sola palabra. -Y cuando salí de la cárcel -seguí, la voz temblando de rabia contenida-, viniste fingiendo ofrecerme un hogar. Pero no querias una esposa. Solo querias una herramienta. Algo útil. Algo que no hablara, Di un paso hacia atrás, fuera de su alcance, y continu: ---- -iPensaste en mí en ese momento? zEn lo que sentiría cuando decidiste destruirme? Érico cayó de rodillas, sollozando. -Carifio... Yo... Maté a Adán y a Isabella. Te vengué. Lo hice por ti. Por favor... Perdóname.. Y entonces lo entendí. Ese era su plan. Pensó que matar a los demás borraría todos sus pecados. Como si la sangre pudiera lavarse con más sangre. Se arrastró hacia mí, intentando tomarme las manos. Las aparté de un golpe. -Me das asco, Érico. Sus ojos se agrandaron con una expresión herida. -Sigues culpando a Adán. A Isabella. Pero el verdadero villano de mi historia siempre fuiste tú. Me erguí, decidida, con la voz clara: -Estamos divorciados. Esto se acabó. Si vuelves a acercarte a mí, pediré una orden de alejamiento. Y si eso no te detiene... Me aseguraré de encontrar la forma de que nunca estés a menos de seis metros de mí, por el resto de tu vida. Con eso, me di la vuelta y me alejé sin mirar atrás. Nunca más volví a verlo. o ---- Seis meses más tarde, Ilegó la noticia. Érico había muerto en un tiroteo. Quedó atrapado en el fuego cruzado de una operación encubierta del FBI. Sus hombres intentaron arrastrarlo a un lugar seguro, pero él se negó a moverse. Solo miraba hacia el horizonte, susurrando una y otra vez: -Estoy esperando a Eliana. Ella vendrá a salvarme. Pero yo nunca fui. El CNN reportó que el escondite de Érico había sido allanado. Su organización fue desmantelada. Sus seguidores, encarcelados. Y él murió. Así, sin más. Y lo dejó todo. Hasta el último centavo de su dinero manchado de sangre. Para mí. Doné cada dólar a organizaciones de caridad, hospitales infantiles, refugios para mujeres, clínicas de rehabilitación, en fin. Me aseguré de que ni un solo centavo Ilevara su nombre. Porque el perdón no se compraba. Y yo no iba a cargar con su culpa como una cadena al cuello. Nunca tendría más cadenas. Jamás. Levanté la mirada hacia el sol que se extendía en el cielo lejano. La brisa era limpia, fresca, con un aroma a esperanza. Incluso el aire parecía celebrar mi libertad. Y en ese preciso momento, me hice una promesa silenciosa. ---- Una más fuerte que cualquier juramento que haya pronunciado en vozalta. "Desde hoy, voy a vívir mejor. Con más audacia. Con más valentia. Nunca volveré a renunciar a nada -y mucho menos a mi misma- por un hombre. Y con cada gramo de poder y habilidad que tengo, voy a salvar a otras personas. A sanar a otras personas. A proteger a quienes, en realidad, lo merecen Porque yo también lo merezco."