---- Capítulo 8 Cinco aíios después, Ilevé a las nifias de nuestro orfanato a participar en un concurso benéfico de danza en otra ciudad. Nunca imaginé que me encontraría con Francisco allí.Durante la competencia, é| estaba sentado formalmente en el panel de jueces. Al verme, se quedó paralizado. Yo también me sorprendí, pero rápidamente ajusté mi expresión Durante la segunda mitad del evento, la mirada de Francisco apenas se apartó de mí. Incluso los camarógrafos notaron algo extrafio. Mi ceÃo se fue frunciendo cada vez más. Cuando por fin terminó la competencia, suspiré profundamente aliviada. Al ver a Francisco tras bastidores después del evento, no me sorprendió en absoluto. Francisco estaba muy emocionado al verme, con lágrimas apenas contenidas en sus ojos. Me miró intensamente: -Laura, por fin te encontré -sus palabras parecían haber usado toda su fuerza, su voz sonaba entrecortada. Respiré profundamente, me acerqué y extendí cortésmente mi mano: -Gracias por su apoyo a estas obras benéficas. Una persona tan bondadosa como usted seguramente recibirá bendiciones. Ya me habia enterado de que este evento estaba completamente patrocinado por los Gutiérrez. Además, é| habia organizado muchas actividades benéficas, supervisando personalmente cada una y haciendo un genuino bien. Francisco se quedó perplejo y después de observarme un buen rato, habló con dificultad: -Laura, grealmente tienes que lastimarme así? Suspiré, sin entender por qué decía eso. ---- -Francisco está bromeando. Llevamos cinco afios divorciados, no hay motivo para hablar de sentimientos heridos. Francisco me interrumpió ansiosamente: -No estamos divorciados. Nunca firmé los papeles de divorcio. Fruncí el ceão, realmente sorprendida de que durante estos cinco afos no hubiera firmado el acuerdo de divorcio. Pero no importaba, después de dos aõos de separación, legalmente ya estábamos divorciados. Cuando sugerí que completáramos el trámite del certificado de divorcio, Francisco se negó. -Laura, no me divorciaré de ti. Ya lo sé todo. En aquel entonces tuvimos un hijo. Fui un miserable, causé la muerte de nuestro bebé. Todos estos afios, he hecho tantas obras benéficas para redimirme. -Laura, esperaba que cuando te encontrara, podrías perdonarme al ver todo el bien que he hecho. Al escucharlo, mi corazón ya no sentía nada. Después de todo, Ilevábamos cinco afios sin vernos, y no creía que pudiera conservar algún sentimiento hacia mí. Su incapacidad de seguir adelante se debía más a que me fui cuando é! sentía más culpa y remordimiento. No podía aceptarlo, eso es todo. AAsí que lo miré y pregunté: -; Cómo están Isabel y el nifio? Francisco hizo una pausa antes de responder: -No lo sé. Me sentí confundida, pensando que quizás le avergonzaba hablar de ello. No insistí. Continué: -Sefior Gutiérrez, entiendo cómo se siente. ---- Probablemente piensa que me hizo dafio y por eso no ha podido olvidar durante tantos afos, pero la verdad es que yo ya olvidé lo que pasó. Debería seguir adelante también. Apenas terminé de hablar, una nifia con coletas vino corriendo: - Mamá, ;cuándo nos vamos? Francisco, al oír que la niia me Ilamaba "mamá", abrió mucho los ojos. Con incredulidad preguntó: -Laura, zesta es tu hija? Cuando vi a mi hija acercarse, supe que habría problemas. Como no esperaba encontrarme con Francisco aqui, no le habia pedido que me llamara Laura como solía hacer frente a extrafios. Al escuchar su pregunta, mi mente trabajaba a toda velocidad. Me levanté y le sonreí ligeramente: -Todas las nifias del orfanato me llaman mamá. Francisco, obstinado, preguntó enseguida: -;Cuántos aíios tiene? No era una impresión equivocada, él notaba que los rasgos de la nifa se parecían a los suyos. Mi hija se adelantó a responder dulcemente: -Tío, tengo 5 afios. La mirada de Francisco se oscureció, sintiendo una profunda decepción. Si el hijo que tuvo con Laura todavia viviera, tendria más o menos esa edad, ;.no? Me fui con mi hija en brazos, y aun a la distancia podía sentir su intensa mirada en mi espalda. Mi hija me preguntó: -Mamá, zese sefior es mi papá? Me sorprendió su pregunta: -Liliana, zpor qué preguntas eso? ---- Ella ladeó su cabecita pensativa: -Porque sentí que me miraba con mucha tristeza. Cuando le dije que tenía 5 afios, casi Ilora. Mamá, ; por qué me dijiste que dijera que tengo 5 afios cuando estamos fuera? Me sorprendió la agudeza de mi hija y fingi confusión: -Porque Liliana es muy alta para su edad. Al oírlo, ella se alegró y dejó de insistir en el tema. Suspiré aliviada en secreto.
