Capítulo 26: ???? ???? ???? ???? ???? ¡Qué hombre tan despiadado! Incluso hasta el final, no le había dado ni un solo beso. Nunca le había permitido que le tocara los labios, ¡Ni una sola vez! «¡Eres muy cruel, Emmett! ¡Eres realmente despiadado!». «¿Cruel? Siempre he sido así, ¿No lo sabías ya? Desde el principio, te lo dije explícitamente… no eres nada más que una compañera en la cama. Eso es todo, no le daré ningún afecto a ninguna mujer, siempre lo has tenido muy claro». Tina se secó las lágrimas: «Pero Emmett… pensé que esto sería algo especial…». Emmett ladeó la cabeza con fastidio y se burló: «¿Especial? En este mundo, ¿Cómo es posible que haya tantos especiales?». Terminó con un ligero: «se acabó». Verla una vez más le resultó molesto. Mientras subía las escaleras, dio varias órdenes: «Que las criadas cambien todas las sábanas, edredones, también las alfombras y las cortinas». «¡Sí!». Después de darse un baño, con sólo una toalla en la cintura, Emmett ya más tranquilo, se paseaba por la habitación. Estaba una vez más tomando su teléfono, mirando al contacto ‘Chica Salvaje’, estando otra vez indeciso. ¿Llamar o no llamar? Se había convertido en un dolor de cabeza. «¿Por qué debería yo, Emmett Smith, llamarte? Me has llamado Viejo Smith a mis espaldas e incluso te has tragado mi agua delante de mí. Basándome en eso, ¡No debería llamarte!». Emmett tiró el teléfono a un lado y se tumbó en la cama. Mientras miraba al techo, parecía que Elaine también había aparecido allí. Hizo un puchero y le dijo lastimeramente ‘Presidente Smith, ¿Me hace un descuento, por favor?’ A Emmett le entraron ganas de reír, parecía tan graciosa. Maldita sea, ¿Por qué la extrañaba? ¿Qué es ella? ¡No pienses en ella! Emmett cerró los ojos… En medio de la oscuridad, Elaine apareció de nuevo. Sus mejillas rosadas estaban hinchadas, con el puño en alto y gritando enfadada: ‘Seguimos siendo los únicos involucrados y solo nos acostaremos ¿Cuál es la diferencia?’. «Jajajaja…». Emmett no pudo aguantarse más y soltó una carcajada. Inclinando ligeramente la cabeza, Emmett no pudo evitar pensar en el sabor de sus labios, era como una película a cámara lenta. En su mente aparecieron los delicados labios de ella, y él se fue acercando poco a poco, como una bestia codiciosa. Como si se la tragara de un bocado… era muy suave, dulce y se%y… Era tan envolvente que no podía escapar… como un profundo vórtice que podía succionarle por completo… «Elaine Jones, ¿Eres un fantasma, por qué siempre te apareces delante de mí?». Emmett se enderezó y abrió los ojos, respirando agitadamente. Y se dio cuenta… ¡Su primer beso también se lo dio a ella! Quizá por la influencia de su infancia, siempre pensó que las mujeres eran sucias y baratas, así que no besaba a ninguna mujer. Besar era la mayor demostración de amor, podía besar el dorso de la mano de su padre para mostrar admiración y respeto, ¡Pero nunca a su compañera de cama! Había una chica italiana que le acompañó durante medio mes. Un día, ella quiso besarle los labios mediante un ataque furtivo, él la cacheteo y se le cayeron dos dientes. Las mujeres eran como mascotas, nada más. ¿Realmente fantaseaban con recibir un beso de su dueño? Sin embargo, ¡Hoy realmente deseaba besarla después de ver esa mirada de Elaine! Y ese deseo es cada vez más fuerte, quiso abalanzarse sobre ella unas cuantas veces. Qué raro… hasta Emmett se sentía extraño. Sacudió la cabeza y se dirigió a la ventana, abriéndola, sopló una fresca brisa marina. «No puedo estar así. No puedo hundirme. Aún tengo cosas que hacer…». Emmett levantó su apuesto rostro y cerró ligeramente los ojos, dejando que la brisa marina acariciara su cara. Luego murmuró: «No puedo enamorarme de nadie… de nadie… ella sólo forma parte del plan, ¡Eso es todo!». Estornudó. Era el estornudo número 39 de Elaine. «Niña, ¿Cómo puedes tener sueño en este lugar tan ruidoso?». Sally, que iba ligeramente maquillada, miró despectivamente a Elaine. ¡Esto era el Club Nocturno Y! ¿Es imposible que no hiciera ruido? Los altavoces estaban a punto de reventar los oídos de la gente, las luces se balanceaban mientras la gente bailaba. Siempre hay alguien gritando algo por el micrófono, con gritos procedentes del público. En un ambiente así… esta niña aun podía bostezar sin parar. Elaine se frotó los ojos llorosos, hizo un puchero y se quejó: «En casa siempre duermo temprano». «¿No juegas por la noche?». «¡Jugar! Juego al ajedrez con mi hermana pequeña, o chateo por Internet, leo libros, con eso puedo mantenerme despierta. Quién me iba a decir a mí que viniendo aquí tendría tanto sueño. Incluso hablé con mis amigos hasta las doce y media de la noche. No estoy presumiendo en absoluto».