---- Capítulo 4 La respuesta de Oliver no me dolió como hubiera imaginado. Alos dieciocho afios, esas palabras me habrían destrozado. Pero ahora, solo los miré con calma y respondí con tono neutro: - De acuerdo. -Tlessica, deberías madurar y dejar de hacer berrinches -dijo Oliver, frunciendo el ceho, exasperado. No repliqué. Mis ojos se posaron en Calista, quien, escondida detrás de los dos, me lanzó una mirada burlona de victoria. iFelicidades! Aparté la vista en silencio y me di la vuelta para irme, pero Diego me agarró de la mufieca, deteniéndome. - Jessica, vamos. Volvamos a casa. Esta vez, su agarre fue suave, como si temiese lastimarme. Pero le aparté la mano con delicadeza y negué con la cabeza: ---- -Tengo cosas que hacer... «Ese ya no es mi hogar. No tengo por qué volver.» -iHermana! Oliver y Diego si te quieren -intervino Calista, fingiendo un puchero- . Después de que te fuiste, me obligaron a devolverte tu habitación y la cerraron con llave. jNi siquiera puedo entrar! La habitación es tuya otra vez. Deja de portarte así y regresa. Miré a Oliver y Diego, quienes no la desmintieron. De pronto, entendí que sería nuestra despedida. Recordando las palabras del anciano de la manada, intenté una explicación sincera: -PCuidaos bien. La próxima semana me iré ... - No nos interesa -cortó Oliver- . Hace un afio, te fuiste sin que te importáramos. No necesitamos saber tus planes ahora. Mi valentía se apagó otra vez. Bajé la mirada, clavando las uhas en mis palmas. Tal vez era mejor así. No tendría que enfrentar el dolor de una despedida eterna. ---- Antes de irse, Oliver lanzó una última orden fría: - Pasado mafiana es la primera transformación de Calista. Cuando termines tus asuntos, vuelve. iDieciocho ahos? Apreté los labios, recordando mi propia ceremonia. Hacía un afo, encerrada en el ático por negarme a ceder mi habitación, perdí la noción del tiempo. Oliver y Diego, como la Alfa y Omega de la manada, tan ocupados, olvidaron mi ceremonia. Esa noche, el dolor repentino y desgarrador me hizo caer de rodillas. Mis dedos se clavaron en las tablas del suelo, arafiando la madera hasta dejar marcas profundas y un grito animal escapó de mi garganta, un aullido de agonía que alertó a Calista y a Lucía. Afuera, brillaba la luz de la luna. Esa misma luz que podía acelerar mi transformación, acortando el tiempo de sufrimiento. Lucía, compadecida, abrió la puerta, pero Calista se interpuso: - iOliver dijo que no podías salir hasta que te disculparas! jRegresa y aguanta como una buena nifia! ---- Con las encías sangrantes, la aparté y fui al bosque. Bajo la luna, completé mi primera transformación... sola. El dolor insoportable me hizo desmayarme entre la maleza al borde del camino. Al día siguiente, al regresar, encontré a Calista lorando, cubierta de rasguios. Me acusó de atacarla durante la transformación y Oliver y Diego le creyeron. Oliver enojado, me golpeó para que me disculpara, y, como me negaba, Diego me echó la intemperie. Dijeron que, si no me disculpaba con Calista, cortarían toda relación conmigo. En ese momento, me llené de desesperación. Me apoyé en mi débil cuerpo y abandoné esta casa fría. Ahora, viendo sus espaldas alejarse, negué con firmeza. No asistiría a la ceremonia de Calista. Mi tiempo era limitado, no debía perder más tiempo recordando el dolor y afrontándolo, prefería Ilenarlo de recuerdos que valieran.