---- Capítulo 7 Mis cosas no había muchas. Una vez terminé de empacar, 1lamé al Anciano. - iTe vas tan pronto? iNo quieres pasar unos días más con tu familia? ;Ya te despediste de ellos? - preguntó, visiblemente sorprendido. En ese momento, la puerta se abrió. Era Diego, que acababa de llegar. - SÍ, ya me despedí. Colgué y salí con mi maleta, encontrándome cara a cara con él. Al ver mi equipaje, Diego frunció el ceho y me agarró del brazo: - Jessica, lo que dijo Oliver fue en el calor del momento. No queremos que te vayas, solo que admitas tu error y te disculpes. Me detuve. No quería que mis últimas palabras fueran explicaciones inútiles como que "No era mi error", así ---- que permanecí en silencio. Le aparté la mano y caminé con determinación hacia la puerta. Mi firmeza lo tomó por sorpresa. Por primera vez, vi un destello de pánico en sus ojos. Pero cuando reaccionó y quiso seguirme, ya había desaparecido. El día de entrar a las Tierras Invernales, solo el Anciano vino a despedirme. Miró a mi alrededor, notando la ausencia de mi famíilia y amigos, y me preguntó con preocupación: - éDe verdad te despediste de ellos? Sonreí sin responder. El anciano arrugó ligeramente la frente: - iDiscutiste otra vez con tus hermanos? He oído algo... é(Adoptaron a una huérfana, no? Los nuevos miembros siempre acaparan atención al principio. Me quedé quieta. ---- Claro. Los rumores sobre mí "acosando a Calista" y " traicionando a la familia Blanco" ya se habían esparcido. Él lo sabía. Suspiró y ofreció: - Jessica, conozco tu carácter. Si lo necesitas, puedo hablar con ellos. - No hace falta, Anciano. Negué con la cabeza, sonriendo. La noche antes de entrar, Oliver me llamó. - é Qué pasa? - pregunté, con mi tono plano. Mi frialdad lo hizo vacilar: - éDónde estás? Regresa a casa mafiana. Negué en silencio. Su voz se endureció al notar mi indiferencia: - éSigues enojada después de estos días? No viniste a la primera transformación de Calista, ni ahora que te llamo para que regreses. ;En qué demonios estás metida? ---- Quiso contarle mis planes... pero la última vez me ordenó callar. Después de un largo silencio, escuché su suspiro exasperado: - Como quieras. No vuelvas si no te da la gana. Antes de que colgara, murmuré: - Adiós. - Ya me despedí de ellos - le dije al Anciano, con una calma absoluta. Él acarició mi cabello y sacó un pastel de pifia envuelto, aún caliente. - Tu padre y tu madre decían que te encantaba esto. Me miró con ternura: - No te pongas triste. Cuando completes tu misión de guardia, te compraré otro. El nudo en mi garganta me impidió hablar. Me sequé los ojos enrojecidos y asentí: - SÍí. Claro. ---- Con todo listo, le entregué mi teléfono y entré a las Tierras Invernales sin mirar atrás.
