Capítulo 46: El rostro de Caiden se oscureció de rabia. «¡Ha ido demasiado lejos! ¿Qué quiere decir con «sus cosas» o «tus cosas»? ¡Todo es parte de la familia! Si quieres tres pisos, ¡deberían ser tuyos! Si quieres cinco o diez, ¡también deberías conseguirlos! ¡Eres su hermana, su familia! ¿Cómo puede ser tan egoísta e ingrata? Se quedó de pie con las manos en las caderas, la frustración evidente en cada línea de su rostro. Fue entonces cuando notó a Alexander de pie en silencio a un lado. —Alexander, ¿has oído eso? ¡Daniela se ha pasado de la raya! ¡Tienes que hacer algo con ella! Alexander mantuvo la calma, su tono distante. —Estamos divorciados. —¿Y qué si están divorciados? Todo el mundo sabe que Daniela siempre se tomó en serio tus palabras. Eras su marido, y aunque ya no estéis juntos, sigues teniendo la responsabilidad de guiarla. Basta con ver lo que ha hecho: publicar cosas en Internet que avergonzaron a la familia, y ahora en la subasta, involucrarse con el organizador. ¿Qué mensaje transmite eso? Joyce bajó la cabeza, pero una sonrisa de satisfacción se dibujó en sus labios. El apoyo inquebrantable de Caiden era exactamente lo que ella esperaba. Miró a Alexander, esperando que la respaldara y se opusiera a Daniela. Pero las palabras de Alexander aplastaron sus esperanzas. —Daniela es la jefa que está detrás de la subasta, no la organizadora —dijo con rotundidad. Caiden y Katrina se quedaron paralizados, mirándolo atónitos. Alexander prosiguió: —Al irnos, el organizador le dijo a alguien que Daniela, la directora ejecutiva de Elite Lux, es la propietaria de la casa de subastas. Sus palabras cayeron como una bomba. Dirigiéndose a Caiden y Katrina, que estaban conmocionados, añadió: —He traído a Joyce a casa sana y salva. Me marcho ahora. Katrina se quedó paralizada, tardando unos segundos en procesar las palabras de Alexander. Sin esperar respuesta, se dirigió hacia su coche. Katrina salió de su aturdimiento y corrió tras él. —¡Alexander! ¡Pregúntale a tu abuelo cuándo está disponible para que nuestras familias puedan hablar de tu compromiso con Joyce! Alexander se metió en su coche, arrancó el motor y se marchó en la noche sin decir una palabra. De vuelta en casa, Caiden cogió su teléfono y llamó a un amigo para comprobar si la influencia de Daniela había llegado tan lejos. Si así fuera, tendría algo de lo que presumir con orgullo. Mientras tanto, Katrina se quedó junto a la ventana, con los ojos siguiendo el coche de Alexander hasta que se perdió de vista. Joyce, todavía apoyada en su madre, la miró con expresión perpleja e inclinó la cabeza. —Mamá, ¿qué te llama la atención? —Katrina, ¿cómo se ha comportado Daniela con Alexander en la subasta de hoy? Joyce soltó un resoplido desdeñoso. —Ahora se hace la dura. En lugar de perseguirlo como solía hacer, actúa como si no le importara en absoluto. El pecho de Katrina se oprimió al oír sus palabras. —¿Y cómo reaccionó Alexander ante ella? Joyce levantó la barbilla, con una sonrisa orgullosa en los labios. «Bueno, por supuesto, ¡sigue menospreciándola, como antes! Alexander solo tiene ojos para mí. Mamá, espera, una vez que me case con un Bennett, Daniela estará muy celosa». Katrina ayudó a Joyce a entrar. Después de caminar un rato, giró la cabeza y miró hacia atrás. El elegante coche negro ya se había mezclado con el tráfico, y sus luces traseras desaparecían en la oscuridad.