---- Capítulo 05 Él jadeaba levemente, con el flequillo pegado a su frente, empapado en sudor. -éiQué haces aqui!? ;jCómo entraste!? -pregunté, poniéndome alerta de inmediato. Justo lo estaba insultando, Ilamándolo demente... y jzas!, se aparece como invocado. No se puede hablar mal de la gente ni a sus espaldas. -Renata... volví. AAntes de que pudiera reaccionar, Santiago me envolvió en un abrazo fuerte. Su perfume de limón me invadió la nariz. Era mi favorito. Antes. Lo empujé con fuerza. Mi cuerpo lo rechazó por completo, con náuseas instantáneas. -iFuera de mi casa o llamo a la policía! -grité con furia. Asco. Miedo. Rabia. Todo se mezclaba como veneno en mis venas. Santiago se quedó helado, y, de pronto, bajó la mirada hacia su reloj, murmurando: -Pero si ya pasó el tiempo... el efecto del fármaco debería haber desaparecido. -iTe vas ya mismo! -exclamé, sacando mi teléfono para marcar. Pero él se lanzó hacia mí y me lo arrebató. -Renata, tranquila, soy yo, Santiago. No soy un extrafio. Solo... solo olvidaste. Dame cinco minutos, vas a recordario todo. ---- Yo no queria escucharlo. Me daban arcadas solo de verlo. Sentía un calor nauseabundo subir por la garganta. Sabia que no podía enfrentarme a él. Era más fuerte, más rápido. Así que tenía que usar la cabeza. Fingí que accedía a hablar, mirándolo con expresión neutral. Él, al notar que no lo echaba de inmediato, respiró aliviado y me devolvió el celular. En cuanto lo tuve en la mano, marqué el número de emergencia. -Por qué no confías en mí, Renata? -preguntó con voz temblorosa, como si yo fuera la mala de la historia-. No me odies. De pronto, sacó de su bolsillo un nuevo frasquito, lo destapó y, sin más, trató de forzarlo contra mis labios. -ié Qué es esto?! -grité, intentando zafarme con todas mis fuerzas, pero él me sujetaba. En la desesperación, agarré lo primero que encontré -un jarrón grande- y se lo reventé en la cabeza. icrash! Rápidamente, comenzó a sangrar, con la frente abierta. Pero, aun así, no me soltó y me obligó a tragar casi todo el líquido. Caí al suelo, tosiendo e intentando vomitarlo. Él, con la sangre bajándole por la cara, me miraba con una expresión de esperanza absurda -iBasta! jNo te acerques! iYa Ilamé a la policia! -le gri un pedazo afilado de cerámica rota. , agarrando ---- Santiago finalmente se detuvo y dio un paso atrás. Pero aún extendia el frasco con la poca droga que quedaba. Sus ojos estaban rotos, y, con un tono Ileno de humillación, dijo: -Solo un poco más, por favor... ya casi vas a recordar. Te lo juro, Renata... -Estaba desesperado, y, con los ojos rojos y la voz quebrada, ahadió-: No sé por qué pasó esto. Pero te amo. Estuvimos cinco aõos juntos! jlbamos a casaros! -iCállate! -lo interrumpí-. Sé todo eso. Pero también sé que te fuiste con tu ex y me traicionaste. ;Qué más quieres? Él seguía hablando y hablando, pero yo ya no lo escuchaba Todo me daba vueltas. La cabeza... me pesaba. Las palabras... se sentían lejanas... Antes de caer inconsciente, lo último que vi fue su cara iluminada por una sonrisa esperanzada. Cuando abrí los ojos... vi un techo blanco, y el olor a desinfectante me invadió, seguido de la voz escandalosa de Valeria. -iDios mio, Renata! Ese enfermo te hizo tomar algo raro. jEstá loco! Me habían Ilevado al hospital. La policía había Ilegado a tiempo. Al parecer, cuando marqué el número de emergencia, la operadora escuchó suficiente para enviar una patrulla de inmediato. Me encontraron desmayada, y, una vez en el hospital, me tuvieron que hacer un lavado de estómago. Y ahora, Valeria me miraba como si no supiera si abrazarme o estrellarme la almohada en la cara. ---- En ese momento, un oficial se me acercó con cara seria. -Sefiorita Morales, si desea iniciar una denuncia formal.. será complicado. É! tenía Ilave. No hay prueba clara de que haya forzado la entrada. -;Y el líquido que me hizo tragar? -Fue analizado. No contiene toxinas. De hecho, contiene compuestos aprobados para tratamiento de recuperación neurológica. Está registrado, con ensayos clínicos exitosos. O sea... 4yo era la que iba a tener que luchar para denunciarlo? Pero una cosa me quedó clara: ya no bastaba con ignorarlos. Tenía que poner distancia de verdad. Justo en ese momento, recibí una oferta para trabajar como profesora asistente en la Universidad de Santa Lucía del Valle, y no dudé en aceptarla. El día del encuentro para la mediación legal, él estaba ahí, esperándome con los mismos ojos rotos de siempre. -Renata, ite acuerdas de mí? -preguntó con voz suplicante-. Íbamos a casarnos... solo fue un accidente. Yo solo queria ayudarte a recordar. Se me acercó y me abrazó con desesperación. Quise decir algo, pero antes de que pudiera soltar nada, Valeria se interpuso entre nosotros como una leona. -iSuéltala, imbécil! |No te le acerques! El policia intervino y lo separó de inmediato, Santiago Iloraba. En serio. Como si se le rompiera el alma en ---- pedazos. -iYa pasó un mes! jEl efecto debería haber desaparecido! ziPor qué no te acuerdas de mit? -No te reconozco -respondí, apartando la mirada-. Y si vuelves a acercarte, te denunciaré de nuevo. Su rostro se oscureció, y, antes de que yo me marchara, soltó: -Te voy a dar una boda aún más grandiosa. Lo juro.