---- Capitulo2 Con prisa, Miguel abrié el termo y, con sumo cuidado, sirvid sobre la bandeja mévil un platito de avena caliente, cocida en leche dulce, acomodando con mimo los cubiertos, la servilleta de lino y el vasito de agua mineral. -Agua templada, como siempre -murmuré entre dientes mientras sus dedos agiles comenzaban a pelar un huevo cocido-: Y plato favorito. Come, luego te preparo mas. Acepté sus atenciones con total naturalidad. Desde aquel lejano dia en que el abuelo lo habia traido a casa cuando yo tenia quince afios, Miguel Lépez habia asumido el papel de mi més leal servidor sin cuestionamientos. Los primeros bocados calmaron el fuego voraz en mi estémago. Al alzar la vista, enseguida vi sus ojos vidriosos. -Cuando me avisaron del accidente... -comenzé a decir, y su voz se quebré como cristal bajo presin-, crei que el mundo se detenia Un nudo se formé en mi garganta. {Quién no temblaria ante la muerte? Yo solo tuve suerte. Habia fingido amnesia para aliviar un poco la preocupacién de Diego y de Alejandro... pero los desalmados ni siquiera sintieron ansiedad. El alta llego en una semana. Mantuve mi cruel mentira ante los médicos: solo «olvidaba» a mi esposo y a mi hijo. Todo lo demas parecfa intacto en mi memoria. -Amnesia selectiva postraumatica -le explicaron a Diego:- Esta se resolver con el tiempo. ---- La escena que encontré al regresar a casa me dejé completamente sin aliento: el vals de Chopin fluia desde el salén. Camila y Alejandro, sentados juntos ante el piano de cola Bechstein, entrelazaban sus dedos sobre las teclas. -iBravo, pequefio virtuoso! -exclamé entusiasmada ella al terminar, rozando su mejilla contra el rizo rebelde de su frente. -Se lo debo a tus ensefianzas, mi querida profesora -repuso Alejandro, sonrojado hasta las orejas. «Madre» e hijo en perfecta armonia. Pasé de largo sin pestafiear. La sonrisa de Alejandro se congelé al instante en cuanto sus ojos se encontraron con los mios, y Camila se levant6 enseguida, ajustdndose el dobladillo de su vestido con cierto nerviosismo. -Sefiora Garcia, emo se encuentra? -Estoy casi recuperada -respondi con frialdad, desde las escaleras -. Pueden continuar con su... practica. No sentia odio hacia Camila; solo una de esas punzadas agrias y dolorosas de envidia que te corroe por dentro. Ella no era la tercera en discordia. Verdaderamente, no era una intrusa. Era el primer amor de Diego, a quien nunca pudo olvidar. Dicen que la verdadera forastera en un matrimonio no es la amante, sino la esposa que nunca fue amada Lo vi con mis propios y entristecidos ojos cuando Diego tenia dieciocho afios, en el esplendor de su juventud. Nunca lo habia visto amar con esa intensidad abrasadora, con esa entrega total que solo se da una vez en la vida. ---- Todo habia cambiado de repente el mes anterior cuando el Grupo Innova Inversiones quebré. Camila, con sus ahorros evaporados en un intento desesperado por salvar el negocio familiar, habia decidido regresar al pais. Para una concertista de piano sin contactos como ella, encontrar un trabajo bien remunerado aqui era algo casi imposible. Fue entonces cuando Diego aparecié con su generosa oferta: 8.000 délares al mes por darle clases a nuestro hijo. -iMi nueva mamé es la mejor! Te quiero mas que a nada en el mundo! -anuncié Alejandro a todo pulmén, y su voz resons en las paredes de marmol del salén -Sefiorito Garcia, por favor... no me llames asi -repuso Camila, ruborizéndose por completo. Mi hijo no se dio por vencido, sino que se aferré con todas sus fuerzas a su pierna como un mono caprichoso, exclamando: -iSi me llamas sefiorito otra vez, voy a enfadarme de verdad! ;Dime Alejandro, como siempre! -Hizo una pausa y sus ojos brillaron con malicia calculada, cuando lanzé una mirada hacia mi, mientras afiadia-: Eres mil veces mejor que ella. Mas dulce, mas paciente... ¢ Por qué no te quedas a vivir aqui? Papa ya dijo que si. La casa es enorme y tendrias tu propia suite con vista al jardin... Diego, efectivamente, le habia ofrecido alojamiento. Era ldgico: diez habitaciones vacias, un ejército de sirvientes... y ella viviendo en ese mindsculo apartamento en el barrio menos seguro de la ciudad. Pero Camila, con esa dignidad que tanto admiraba y odiaba a la vez, se negé rotundamente. ---- -Vamos, Alejandro -dijo, intentando cambiar de tema-, el Concierto de Grieg no se va a aprender solo. Sin embargo, mi hijo -mi propio hijo, mi sangre- no estaba dispuesto a ceder ni un milimetro y apreté los pufios con determinacién infantil -gTienes miedo de mamé? -susurré entre dientes, pero lo suficientemente alto para que yo lo escuchara-: No te preocupes por eso, papd y yo te protegeremos. Ella no es nada sin él. Solo sabe obedecer como una perra bien entrenada Alejandro conocia a la perfeccién cada uno de mis puntos débiles. Y disfrutaba mas que nadie, clavando el cuchillo, girandolo lentamente y saboreando, poco a poco, mi dolor.