---- Capitulo 7 Lazos Rotos Olivia Las duras luces fluorescentes del techo del hospital se enfocaron lentamente mientras parpadeaba para ahuyentar la oscuridad. Mi cabeza latia con un dolor sordo mientras intentaba incorporarme sobre los codos. Me sentia desorientada, con pensamientos borrosos en mi mente. -iDespertaste! -La voz de Diego corté la niebla en mi mente. Giré la cabeza y lo vi sentado entre las dos camas; una en la que estaba yo, y la otra donde descansaba Oscar. Su pequefio cuerpo se veia atin mas fragil contra las sdbanas blancas, con la pierna elevada y fuertemente vendada. Diego se levanté de un salto y corrié hacia mi, con el rostro lleno de preocupacién. -Gracias a la Diosa Luna que estas bien, carifio. Nos diste un buen susto. Extendié la mano para tomar la mia, pero la aparté. Sobre la pequefia mesa entre nosotros reposaban los documentos de separacién, un recordatorio brutal de la realidad. Oscar, por su parte, ni siquiera me mir6. Sus labios estaban apretados en una linea tensa, con la mirada fija en el techo. La indiferencia absoluta en su expresién fue como una daga directa a mi-corazén. -Te dije que estaria bien -murmuré Oscar, sin dignarse a verme- Su loba es demasiado fuerte. Seguro que solo estaba fingiendo para llamar la atencién. ---- El aire se atasc6 en mi garganta. {Desde cuando mi dulce nifio se habia vuelto tan frio? gEra realmente mi hijo quien hablaba asi? Diego le lanz6 una mirada severa. -jOscar! No es forma de hablar de tu madre. -Como sea. -Oscar rods los ojos y tironeé con impaciencia de la manga de Diego-. Ya que esté despierta, gpodemos ir a buscar a mamé Raquel? Me prometiste que podriamos verla después de que hablara con el médico. «Mamé Raquel...» Esas palabras resonaron dolorosamente en mi mente. Cada vez que la llamaba asi, sentia que otro pedazo de mi corazén se desgarraba -Oscar, por favor... -intenté decirle Diego, pero mi hijo ya trataba de salir de la cama, gimiendo de dolor al mover la pierna herida, -Quiero ver a mamé Raquel -insisti6, elevando la voz con cada palabra-. Ella estaba llorando cuando se fue. jNecesito asegurarme de que esté bien! La preocupacién que mostraba por Raquel, mientras no podia ni mirarme después de verme colapsar, fue la gota que colmé el vaso. Un extrafio estado de calma me envolvid, como si algo dentro de mi se hubiera roto de manera irreversible. Sin decir una palabra, alcancé mi teléfono en la mesita de noche. Mis dedos se movieron por inercia, abriendo la aplicacién bancaria. El sistema me resultaba familiar, habia pasado incontables horas gestionando transferencias, pagando facturas, manteniendo a flote a nuestra familia Rapidamente, entré en la seccidn de autorizaciones y eliminé ---- rapidamente el acceso de Diego a mi cuenta personal. La tarjeta premium que usaba para financiar su empresa farmacéutica fallida desaparecié con un solo toque. Con unos cuantos movimientos més, cancelé el pago automatico de la matricula de la escuela de élite de Oscar. El mensaje de confirmacién aparecié de inmediato: «Cancelar pago de matricula». Lo confirmé sin dudarlo. Luego, le envié un correo a la coordinadora de actividades extracurriculares de Oscar, retirandolo del costoso programa de combate para cachorros que costaba miles de délares al mes. «Por favor, retirar a Oscar Valdés de todas las sesiones programadas a partir de ahora», le escribi, Y, por ultimo, cancelé la orden permanente de las costosas hierbas europeas, cuyo valor anual superaba los cien mil délares y que habian servido para fortalecer su débil constitucién. Esas hierbas lo habfan protegido de sufrir reacciones alérgicas graves y habian fortalecido su sistema inmunolégico. Pero, si Raquel iba a ser ahora su madre, que fuera ella quien encontrara la forma de mantenerlo sano. Diego noté mi concentracién y la velocidad con la que usaba teléfono, y su rostro palidecié al comprender lo que estaba pasando. -Olivia, zqué estas haciendo? -Su voz empezé a sonar cargada de panico. Traté de quitarme el teléfono, pero lo aparté. Levanté la mirada y me encontré directamente con sus ojos. -Estoy haciendo espacio para Raquel. -{Qué? -Su confusién parecia genuina, pero yo ya no crefa en sus mentiras.