---- Capitulo 18 Egoista como el padre, egoista como el hijo (Punto de vista de Olivia) Miré a Oscar. Su pequefio rostro, crispado por la desesperacién mientras acusaba a Raquel de querer matarlo, era tan absurdo que por un momento estuve a punto de soltar una carcajada. -Raquel no intenté matarte, Oscar -le dije, con tono de voz frio-. Lo que pas6 es que no sabia como cuidarte. Crucé los brazos y lo observé con frialdad. Resultaba fascinante lo rpido que un nifio podia cambiar de lealtad cuando su bienestar se vela amenazado. Si hacia unos minutos habia sentido un atisbo de ternura, ahora solo quedaban dentro de mi la decepcién y el desaliento. "Cuando se habia convertido en esto? 20 acaso la sangre pesa tanto que, siendo tan pequefio, ya habia heredado la frialdad y el egoismo de su padre? Era un pequefio egoista disfrazado de inocencia. Me costaba creer que este era el hijo por quien tanto habia luchado, al que habia traido al mundo con tanto sacrificio. Y de pronto entendi por qué habia elegido a Raquel. Porque mientras pensaba que su bienestar era un regalo natural y que se lo merecia incondicionalmente, eligié sin dudar a quien le ofrecia un placer inmediato, sin entender lo que habia detras. "Es curioso y a la vez muy triste -le dije con amargura-. Eres igual atu padre. Oscar parpadeé, confundido. -ilgual a papa? ---- =Si. Ambos son igual de egoistas -le expliqué, mi voz sonaba firme, sin ningun atisbo de calidez-. Solo quieren estar con quienes les dan lo que desean Su labio tembl6. -Eso no es verdad... -(No? -arqueé una ceja-. ¢Sabes por qué podias asistir a esas. clases de entrenamiento especializadas? Porque yo gastaba miles de délares cada mes en entrenadores adaptados a tu condicién de salud Vi cémo sus ojos se agrandaban, sorprendido. -2Y sabes por qué vivias en una villa con piscina y sala de juegos propia? Porque yo inverti millones en crear un entorno adecuado para ti. Me incliné un poco, bajando la voz. -2Y sabes por qué antes podias comer pastel de crema sin enfermarte? Porque cada aiio importaba hierbas especiales de Europa, pagando mas de cien mil délares, para fortalecer tu cuerpo Oscar abrié la boca, incapaz de articular palabra, mientras las piezas comenzaban a encajar en su cabeza. -Pero todo eso se acabé -continué, sin cambiar el tono de voz-. Ya no soy tu madre. Tu mismo lo decidiste -iPero... yo no lo sabia! -protesté, con la desesperacién creciendo en su voz. -Claro que no lo sabias Ie respondi, con frialdad-. Los nifios rara vez entienden lo que sus padres sacrifican por ellos. Pero ninguno, 0 casi ninguno, traicionaria a su madre por la secretaria de su padre. ---- Oscar apreté la sdbana entre los pufios, con sus nudillos volviéndose blancos. Su rostro, pequefio y desesperado, era un cuadro de angustia, -iNo quiero que Raquel sea mi mamé! jTe quiero a ti! -lloré con la voz rota. Negué lentamente con la cabeza, sin permitir que mi expresi6n cambiara -Te di muchas oportunidades, Oscar. Pero elegiste a Raquel. Las l4grimas corrian por sus mejillas, dejando rastros brillantes en su piel palida. -iNo lo dije en serio! ;Me equivoqué! -La vida no funciona asi -le respondi, sintiendo cémo mi corazén se endurecia atin mas, aunque por dentro me doliera-. No puedes retractarte solo porque justamente ahora ya no te conviene. Sara, junto a mi, se removié incémoda. Queria intervenir, lo sabia, pero no era su lugar. -{Recuerdas el video que ayudaste a grabar? -le pregunté con frialdad-. £1 que decia que te maltrataba, que no te alimentaba, y que era cruel contigo? El rostro de Oscar se palidecié de golpe. Bajé la cabeza, sus pequefios hombros sacudidos por sollozos silenciosos. =No te pedi cuentas por eso -prosegui, con cada palabra cayendo como un peso-. Pero podria haberlo hecho. Mentirle al Consejo de la Manada es un delito grave, incluso para alguien de tu edad. Mas lagrimas brotaron de sus ojos, mojando el camisén del hospital